El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 961
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Capítulo 961:
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Tracy estaba sentada con unas cuantas damas adineradas, disfrutando de un café, cuando la ama de llaves se acercó corriendo. —¡Señora Ashton! —gritó.
Tracy miró a la ama de llaves con el ceño fruncido. —¿Qué pasa? —preguntó, al notar la repentina aparición de la mujer. La ama de llaves apretó los labios y miró a las otras mujeres de la sala.
Tracy se dio cuenta de su vacilación y se excusó del grupo. Siguió a la ama de llaves hasta un lugar más tranquilo. «¿Qué pasa?», preguntó.
Desde que Rita había sido enviada al extranjero, Tracy se había relajado. Quizás había sido humillada tantas veces que simplemente había dejado de importarle.
La ama de llaves observó a Tracy durante un momento y luego vaciló antes de hablar con cautela. «El Grupo Burgess ha sido cerrado. Corey y Leah han sido detenidos para ser interrogados. Está en todo Internet».
La voz de Tracy se elevó por la sorpresa. «¿Qué has dicho?
Frunció profundamente el ceño y abrió mucho los ojos, incrédula. «¿Estás segura de que no te equivocas? La familia Burgess tiene a Andrómaca detrás. ¿Cómo puede estar pasando esto?
—¡Sra. Ashton, le juro que es verdad! —La ama de llaves, preocupada por que Tracy dudara de ella, le entregó el teléfono—. Lo puede ver usted misma.
La pantalla estaba llena de titulares escandalosos sobre el Grupo Burgess. Evasión fiscal, corrupción, contrabando… Esas palabras parpadearon ante los ojos de Tracy y su mente se quedó en blanco.
Cada uno de esos problemas era grave y parecía que esta vez la familia Burgess estaba acabada.
—¿Qué… qué está pasando? —El rostro de Tracy se puso pálido, desprovisto de color. Ayer mismo, Leah le había traído trufas negras frescas. ¿Cómo podía desmoronarse todo tan rápido para la familia Burgess?
La ama de llaves negó con la cabeza. —¿Quién sabe? Ayer todo parecía ir bien y ahora se ha desmoronado todo. Me pregunto cómo estará el señor Bruce…
—Ashton se está encargando de todo.
A Tracy se le aceleró el corazón al oír eso. Le temblaban las manos mientras marcaba rápidamente el número de Bruce.
En ese mismo momento, Bruce estaba sentado en su despacho, pegado a las noticias de la televisión.
La pantalla mostraba la finca de la familia Burgess acordonada, con Corey y Leah siendo llevados por la policía.
El rostro de Bruce estaba frío, sus rasgos duros como el hielo y sus ojos llenos de una ira aguda y amarga.
Su asistente estaba de pie en silencio a su lado, demasiado aterrorizado para emitir un solo sonido.
Cuando su teléfono sonó de repente, rompiendo el silencio, Bruce dudó un momento antes de contestar la llamada de su madre.
—Bruce, ha pasado algo con la familia Burgess. ¡Se han llevado a Leah! —La voz de Tracy se quebró por la preocupación.
—Lo he visto —respondió Bruce con calma.
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