El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 958
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Capítulo 958:
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La mirada de Arion, fría y afilada como una navaja, atravesó su fachada. —Señorita Hopkins, haría bien en recordar cuál es su lugar. Los asuntos policiales son competencia de las autoridades. No tiene ningún derecho a interferir en ellos.
¿Atrévase a entrometerse cuando Corrine está involucrada? Qué imprudente.
—Tú… —El rostro de Andrómaca se sonrojó, la ira bullía bajo su piel mientras apretaba con fuerza la mandíbula—. Solo preguntaba por preocupación, pero está claro que no era necesario.
En ese momento, el teléfono de Leah sonó de repente, rompiendo el tenso silencio.
Era Sonia quien llamaba.
Corrine intercambió una mirada con Arion y, sin necesidad de palabras, él lo entendió. —Contesta —le indicó.
Leah dudó, tomada por sorpresa. ¿De verdad le permitían contestar? ¿Podían ser tan magnánimos?
En cuanto descolgó, la voz aterrada de Sonia se derramó por el auricular como una marea embravecida. —Leah, ¿qué demonios está pasando? ¿Por qué hay tantos policías irrumpiendo en nuestra casa?
El caos amortiguado de fondo pintaba un cuadro vívido: agentes invadiendo la residencia Burgess, sus pesadas botas resonando contra los suelos pulidos, órdenes gritadas, un hogar sumido en el caos. —¡Leah, están a punto de acordonar nuestra casa! ¿Qué está pasando?». El tono de Sonia oscilaba entre la incredulidad y el terror. Luego, tras un instante, se recompuso y se aferró a una solución desesperada. «¡Tienes que contactar con Andrómaca inmediatamente! Vosotras dos sois muy amigas, ¡ella no se quedará de brazos cruzados!».
Todos los ojos de la sala se volvieron instintivamente hacia Andrómaca. Antes de que Leah pudiera decir una palabra, Arion hizo una señal a sus hombres para que le quitaran el teléfono.
Leah apretó los dientes con tanta fuerza que casi podía saborear el hierro, y clavó en Corrine una mirada furiosa, como una navaja lista para atacar. —¡Corrine Holland, maldita seas! ¡Que tengas el final más miserable que se pueda imaginar!
Su voz temblaba incontrolablemente, pero el veneno de sus palabras seguía intacto.
Los labios de Corrine se curvaron ligeramente y sus ojos mostraron un toque de burla. —En lugar de maldecirme, quizá deberías centrarte en asegurar el futuro de la familia Burgess.
Se quedó allí sentada, tranquila como un lago en calma, observando el caos que se desarrollaba con la diversión distante de alguien que observa a unos peces revolcándose en el barro.
Y en ese momento, Leah finalmente lo entendió. La habían superado. Corrine había preparado el tablero y movido todas las piezas con precisión. Desde el principio, su objetivo había sido claro: derribar a la familia Burgess, paso a paso, sin dejarles ninguna vía de escape. Los cargos contra esos matones a sueldo…
Inevitablemente, saldrían a la luz secretos más profundos. Corey no saldría ileso de esto.
E incluso si por algún milagro se le escapaba, las acusaciones de contrabando y negocios ilegales serían más que suficientes para enterrar a toda la familia Burgess.
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