El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 957
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Capítulo 957:
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La paciencia de Arion se agotó casi al instante. Levantó una mano en un gesto seco, cortando las protestas de Brannon. «No me interesan tus excusas».
Miró a los agentes uniformados que había detrás de él y añadió: «Leah Burgess está aquí. Llévensela».
En el momento en que la mirada de Leah se posó en los agentes uniformados, su pecho se oprimíó por el miedo.
Oír que pretendían detenerla no hizo más que aumentar su pánico. Sin pensarlo, dio un paso atrás instintivamente, escondiéndose detrás de Andrómaca como si su sola presencia pudiera protegerla. Sin embargo, por mucho que se escondiera, no podía cambiar su destino.
—¡Suélteme! ¿Qué derecho tiene para arrestarme? —Leah se debatía frenéticamente y su voz se elevaba con desesperación.
Andrómaca permaneció inmóvil, con una expresión indescifrable, aunque era difícil pasar por alto su fría indiferencia.
Arion se sacudió una mota de polvo invisible del hombro, con un movimiento deliberadamente lento, y su voz estaba teñida de indiferencia burlona. —Es totalmente innecesario.
El rostro de Andrómaca se ensombreció aún más, apretando los labios mientras tragaba su frustración. No tenía dónde descargar su resentimiento. La fría sonrisa de Arion se amplió mientras miraba a sus subordinados. —¿A qué esperáis? Lleváosla.
Los afilados ojos de Arion recorrieron a Leah con desprecio manifiesto. —Hemos recibido informes que implican a la familia Burgess en una evasión fiscal a gran escala. También hay pruebas de que el Grupo Burgess ha estado llevando a cabo operaciones ilegales de contrabando en secreto. Como principal sospechosa, serás detenida para ser interrogada.
A Leah se le cortó la respiración, las manos le temblaban y las pupilas se le dilataron por la conmoción. —¿Qué pruebas pueden tener?
¿Pruebas?
La mente de Arion se remontó brevemente al correo electrónico que le había enviado Jules: cada transacción ilegal de contrabando meticulosamente documentada, todos los secretos sucios al descubierto para que él los viera.
Su tono siguió siendo frío, totalmente desprovisto de compasión. —¿De verdad crees que te arrestaríamos sin tener pruebas sólidas?
El chasquido metálico de las esposas rompió el pesado silencio. Le agarraron las muñecas y le apretaron con fuerza, y el frío metal se le clavó en la piel.
Un violento escalofrío le recorrió la espalda y un miedo helado se le metió en los huesos. Miró a Andrómaca con pánico, con desesperación en los ojos. —¡Andrómaca, tienes que ayudarme!
¡No podían llevársela así! Si la familia Ashton se enteraba, la repudiarían sin dudarlo. Y si Bruce se enteraba, ¡no dudaría en pedir el divorcio!
Andrómaca frunció ligeramente el ceño, aunque no pasó desapercibido el ligero gesto de disgusto en su expresión.
Leah era una tonta. ¿Pedir ayuda en un momento así? ¿Leah estaba tratando de arrastrarla con ella? Andrómaca se enfurruñó al pensarlo. Manteniendo la compostura, Andrómaca se volvió hacia Arion. —Señor Hoffman, ¿es posible que haya habido algún malentendido?
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