El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 935
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Capítulo 935:
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«Eso es difícil para mí», respondió Jules, cogiendo la almohada y sentándose en el sofá. «Para ser honesta, si ustedes dos realmente rompieran, Carl probablemente haría una fiesta».
Corrine no sabía qué decir.
«Vayamos al grano», dijo, cambiando suavemente de tema. «Hace unos años, durante la crisis financiera, muchas empresas se hundieron, pero Burgess Group se mantuvo en la cima. Hubo rumores sobre sus negocios turbios y su evasión fiscal no hace mucho, pero toda la mala prensa quedó enterrada gracias a sus poderosos aliados. ¿Puedes desenterrar algo?»
Jules esbozó una sonrisa cínica. «Desde que la policía empezó a tomar medidas enérgicas contra el crimen organizado, ha habido innumerables denuncias anónimas sobre la familia Burgess, pero todas han sido silenciadas». Hizo una pausa. «Si hay alguna prueba, la encontraré».
Se levantó, se dirigió al estudio y volvió con un ordenador portátil.
Sus largos dedos vuelan sobre el teclado con facilidad. El suave resplandor de la pantalla iluminaba su rostro afilado, con los ojos fijos en actitud concentrada.
Al poco tiempo, la pantalla mostraba los registros financieros de Burgess Group -uno legítimo y otro falso- junto con una lista de nombres.
La lista enumeraba todos los favores que la familia Burgess había hecho a gente poderosa a lo largo de los años, con fechas, lugares y acontecimientos meticulosamente registrados.
Había otro archivo, lleno de fotos tomadas en secreto, suficientes para servir de prueba de sus fechorías.
«No es de extrañar que la familia Burgess esté pasando apuros últimamente. Han estado dedicando todos sus recursos a mantener esas conexiones», dijo Jules, con una sonrisa socarrona dibujada en los labios. Sus ojos brillaron con una luz fría. «Eche un vistazo. No te arrepentirás».
Corrine dejó la taza a un lado, cogió el portátil y consultó rápidamente la información. Un gran silencio llenó la habitación.
Finalmente, la tranquila voz de Corrine rompió el silencio. «Esto podría encerrar a Corey de por vida».
«No sólo Corey», respondió Jules. «Ninguno de la familia Burgess se escapará. Sólo esa lista podría arruinar a Corey».
Corrine transfirió todos los datos y los envió a su correo electrónico privado.
Jules la miró. «¿Por qué vas tras la familia Burgess tan rápido?»
Los que conocían a Corrine sabían que solía tomarse su tiempo para acabar con sus enemigos, saboreando el lento y doloroso proceso en lugar de precipitarse hasta el final. Era como un depredador, que disfrutaba viendo a su presa luchar antes del golpe final.
Justo cuando Corrine iba a responder, sonó el timbre de la puerta.
Levantó la vista instintivamente.
«¿Quién puede ser a estas horas?» refunfuñó Jules mientras se levantaba para contestar.
Cuando abrió la puerta, vio a Wilbur de pie, con aspecto inquieto, y a dos agentes detrás de él.
Jules enarcó una ceja, intrigada. Esto se estaba poniendo interesante.
Se apoyó en el marco de la puerta y sacó un cigarrillo. «¿Vienes en misión oficial?»
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