El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 927
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Capítulo 927:
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Corrine permaneció callada, hojeando una revista sobre una nueva empresa farmacéutica respaldada por el gobierno y el Instituto de Investigación 101.
Tracy, sintiendo que había dejado claro su punto de vista, fue directa al meollo de la cuestión. «Necesito que convenzas a Farris de que cancele este testamento y redacte uno nuevo».
Después de todas sus rodeos, todo se redujo a una petición.
«Es problema de tu familia, no mío», respondió Corrine, con tono gélido.
«¡Corrine, deja de jugar!» La voz de Tracy se hizo más aguda. «Sabes que Farris te va a dejar la mayor parte de su herencia, pero actúas como si no te importara. Si de verdad no quieres tener nada que ver, llama a Farris ahora mismo y haz que cambie el testamento».
Corrine dejó escapar una fría carcajada. «¿Por qué debería escucharte?» Y terminó la llamada.
El estado de ánimo de Tracy empeoró en el momento en que Corrine terminó bruscamente la llamada. Sabía muy bien que Corrine tenía una vena salvaje y que no se conformaría con que alguien se lo ordenara.
Sin embargo, si Corrine no daba un paso al frente, nadie más tenía posibilidades de convencer a Farris.
Agarró el teléfono con fuerza hasta que sus dedos perdieron el color y su expresión se ensombreció por la frustración.
No podía entender cómo Corrine había conseguido enroscar a Farris en su dedo meñique, hasta el punto de que prefería entregarlo todo a un extraño antes que mantenerlo en la familia.
«Farris siempre decía que Bruce era su orgullo y su alegría, ¡pero ahora se lo tira todo a esa maldita Corrine! El viejo se ha vuelto loco», murmuró con amargura.
Su mirada se agudizó mientras permanecía sentada, pensativa, silenciosa y quieta. Al cabo de un rato, volvió a coger el teléfono y marcó el número de Bruce.
Al darse cuenta de que si se iba pronto a casa, acabaría sola, Corrine decidió quedarse en la oficina y trabajar toda la tarde.
Se dirigió al ventanal, estiró los brazos y contempló el cielo estrellado. De la nada, el atractivo rostro de Nate apareció en sus pensamientos. En ese momento sonó su teléfono.
Con el corazón acelerado por la expectación, Corrine se apresuró al recibir la videollamada de Nate.
Levantó el teléfono y su rostro afilado y cincelado llenó la pantalla.
«¿Todavía en la oficina?» preguntó Nate, fijándose en su entorno y frunciendo ligeramente el ceño.
Corrine asintió. «Estoy a punto de salir.»
Nate notó el sutil escalofrío en su rostro. «Estás enfadada. ¿Quién te lo está haciendo pasar mal?».
Corrine dudó un momento. «No es nada. Sólo te echo un poco de menos».
Nate se quedó callado un segundo, con un brillo juguetón en los ojos. «¿Qué echas de menos de mí? Veamos si es lo mismo que echo de menos de ti».
Corrine no sabía qué decir.
Al ver el rubor rosado que se extendía por sus mejillas, Nate no pudo evitar sonreír más, con una voz profunda y llena de calidez. «Yo también te echo de menos». Las palabras parecían…
Las palabras habían permanecido en su garganta, saliendo suaves y naturales, como si fueran las más bellas palabras de amor jamás pronunciadas.
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