El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 897
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Capítulo 897:
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Los periodistas, que habían sido invitados por Leah y Adalynn para crear expectación y llamar la atención, tenían ahora un nuevo y jugoso ángulo. Con el precioso diseño de Adalynn envuelto en la polémica y Corrine llamándola a filas, el drama iba a aparecer en los titulares.
«Exactamente lo que parece», respondió Corrine, con una sonrisa despreocupada en los labios. Sus ojos claros brillaban con burla y su voz fría cortaba el aire. «Señorita Hemingway, debe de haber trabajado mucho para vincular mi diseño rechazado con la historia de amor de Leah y Bruce, haciendo que todo el mundo se desmayara por una historia tan conmovedora».
El público captó rápidamente el punto principal de las palabras de Corrine.
¿El vestido de Adalynn se basó en el diseño rechazado de Corrine?
Los miembros de la familia Ashton parecían sorprendidos, con caras llenas de incredulidad.
Puede que los de fuera no conocieran a Corrine, pero la familia Ashton sí. Venía de la nada: una chica de origen humilde, sin dinero ni contactos. Si Bruce no la hubiera acogido, habría muerto de hambre hace mucho tiempo.
En los últimos tres años, Corrine había ayudado a Bruce a idear estrategias para salvar a la familia Ashton del desastre, pero eso sólo demostraba lo lista que era. El diseño, sin embargo, no era algo que pudiera lograrse sólo con cerebro y trabajo duro. Se requiere talento real.
«¿Qué tontería está diciendo Corrine?»
«Pensé que se calmaría después de dejar a la familia Ashton, ¡pero se ha vuelto más arrogante! Menos mal que Bruce no se casó con ella. ¡Eso habría sido un desastre!»
«Adalynn es una diseñadora premiada, por el amor de Dios. ¿Y Corrine? Ella no es nada. ¿Quién se cree que es, hablando así?»
Los dedos de Adalynn se cerraron en puños y sus nudillos se blanquearon. Un destello de miedo cruzó su rostro, tan breve que era casi invisible. Recordó la primera vez que vio el borrador en la cafetería. La camarera la había tranquilizado: nadie más lo sabía. Era sólo su secreto.
Temiendo ser descubierta, había hecho todo lo posible por ocultar la verdad. Incluso había ascendido a la becaria y la había enviado a otra tienda, asegurándose de que no estorbara. Adalynn había creído que había cubierto sus huellas. Cada paso había sido cuidadoso, cada decisión precisa. Sin cabos sueltos.
Sin embargo, ahí estaba Corrine, llamándola delante de todo el mundo.
El público, presintiendo el drama, se puso atento. El cansancio se desvaneció, sustituido por la expectación. Era como si una descarga de energía los hubiera atravesado. Todas las miradas se fijaron en Adalynn y Corrine, ansiosas por presenciar el espectáculo.
Los periodistas se inclinaron hacia Adalynn, con ojos penetrantes y cámaras fijas. Estaban hambrientos de cada destello de emoción, de cada pequeña reacción. Los objetivos estaban a escasos centímetros de su cara. Ella bajó la mirada, desesperada por ocultar el miedo que la invadía.
Un escalofrío recorrió sus venas. Sentía las manos distantes y el cuerpo inestable.
No. Admitir el robo no era una opción.
Si decía la verdad, todo se desmoronaría.
Su éxito, ganado con tanto esfuerzo, no significaría nada. Peor aún, sería expulsada, su nombre manchado para siempre.
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