El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 865
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Capítulo 865:
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«¡No te atreverías!» le espetó Corrine, con los ojos encendidos de ira. Su abuelo ya desaprobaba la forma en que Nate trataba a la familia Becker, e incluso la había golpeado antes. Si Carl se enteraba de lo que había pasado hoy, se armaría un buen lío. Zeke lo hacía a propósito.
Zeke le acercó el vaso. «Es sólo una comida. No tardará mucho».
se burló Corrine, cruzándose de brazos con claro desprecio.
«No siempre actuaste así conmigo», dijo Zeke con un suspiro, su voz suave con lo que sonaba a nostalgia.
Corrine lo miró, desconcertada. No era la primera vez que aludía a su pasado. Ella no recordaba nada de él, por mucho que lo intentara.
Por un momento, se preguntó si la habría confundido con otra persona. Al notar su confusión, el rostro de Zeke mostró un atisbo de decepción. En lugar de ofrecer una explicación, preguntó: «¿Por qué elegiste a Nate y no a mí? Creo que soy igual de bueno».
No eran sólo habladurías. La familia Cooper había sido una poderosa dinastía en Lyhaton durante un siglo, con riquezas incalculables.
El propio Zeke era joven, exitoso e igual de refinado que Nate, tanto en su comportamiento como en su aspecto.
Corrine lo estudió un momento antes de contestar: «Quizá simplemente sea más accesible». Zeke no dijo nada.
«¿Dijiste que nos conocíamos de antes?» preguntó Corrine, aún insegura.
Zeke la miró a los ojos e hizo una pausa antes de hablar en voz baja. «Prefiero dejar que los recuerdos vuelvan por sí solos que forzarlos».
Corrine no presionó más a Zeke cuando éste se negó a contestar. Se sentaron en silencio un momento.
En ese momento, un camarero se acercó y empezó a dejar los platos, uno tras otro.
«Tienes que probar la trufa negra de aquí, es su especialidad», dijo Zeke, acercando a Corrine la ternera asada con trufa.
«Gracias», respondió ella en tono frío.
Cogió el cuchillo y el tenedor, pero al levantar el brazo sintió un dolor agudo que la hizo estremecerse.
Zeke se levantó rápidamente y se puso a su lado. «¿Te has hecho daño antes?»
«No es nada», dijo Corrine, quitándole importancia.
No se atrevía a admitir que la herida se la había hecho su abuelo. ¿Cómo podría enfrentarse a alguien si lo supiera?
Zeke, por su parte, alargó la mano y le agarró el hombro, deslizándola por el brazo para comprobar si estaba dañado. Cuando sintió la hinchazón, su rostro se ensombreció. «Nos vamos. Te llevaré al hospital».
«No hace falta», respondió Corrine. «Es sólo una pequeña herida».
«Ven conmigo. Ahora mismo». Zeke insistió, tratando de ponerla de pie.
Antes de que pudiera, una mano le agarró el hombro.
Sintió un leve olor a madera fría y el corazón le dio un vuelco de espanto. Un escalofrío le recorrió la espalda.
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