El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 861
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 861:
🍙🍙🍙🍙 🍙
«¡Acelera!» Saúl ladró, su urgencia en aumento.
Si le ocurriera algo, ni siquiera ofrecer su propia vida bastaría para expiarlo.
Su subordinado parecía enfermo de ansiedad. «Saúl, realmente no podemos…»
«¡Muévete!» Desabrochándose el cinturón con un rápido movimiento, Saul cambió de lugar con su subordinado antes de que el pobre hombre pudiera reaccionar.
Saul pisó a fondo el acelerador. El coche avanzó a trompicones y la repentina aceleración hizo que su subordinado se agitara contra el salpicadero con un aullido de sorpresa.
Saul entrecerró los ojos y acortó distancias para intentar romper la formación de los Hummer.
Pero justo cuando pensaba que tenía una oportunidad, un Bentley Continental blanco se deslizó delante de él, bloqueando todos sus movimientos con precisión quirúrgica. Apretó los dientes y golpeó el volante con el puño. «¡Maldita sea!»
Bleacher y Saul observaron atónitos e incrédulos cómo el coche de Corrine hacía un giro brusco y brusco, cruzando la barrera hacia el tráfico que circulaba en sentido contrario.
«¿Está loca?», gritaron al unísono.
Hora punta. Las carreteras estaban abarrotadas. Y ella conducía directamente en el flujo.
Los dos Hummer negros se negaron a retroceder y la siguieron sin vacilar.
Desde el carril contrario, un camión cisterna de petróleo se dirigió hacia ellos con su ensordecedor claxon lanzando una frenética advertencia.
Corrine apretó con fuerza el volante, pero su expresión permaneció inquietantemente tranquila. El reflejo de los faros parpadeaba en su aguda mirada, fría e inflexible.
Los Hummer avanzaron a toda velocidad, gruñendo como bestias que se niegan a ceder.
«¿Está intentando que la maten?» soltó Bleacher, con la voz aguda por la incredulidad.
A Saul se le oprimió el pecho al ver cómo se desarrollaba la temeraria maniobra. El pulso le golpeaba las costillas y cada segundo se le hacía insoportable. Una colisión a esa velocidad sería fatal, no habría segundas oportunidades.
Todos contuvieron la respiración, con la tensión en el aire y los nervios al límite. Mientras tanto, los labios carmesí de Corrine esbozaban una leve sonrisa, tan sutil que resultaba casi imperceptible. Sin embargo, su mirada permanecía distante, carente de emoción, tan fría e ilegible como siempre.
Dentro de la cabina del enorme camión cisterna, el conductor apretó los dientes, con los nudillos blancos al agarrar el volante. Pisó a fondo el pedal del freno, pero el enorme peso del vehículo hizo imposible que se detuviera. Los neumáticos chirriaban y el humo salía del asfalto, pero la monstruosa máquina seguía avanzando a toda velocidad.
Los conductores del Hummer vacilaron, divididos entre su implacable persecución y la inminente amenaza que se cernía sobre ellos. La incertidumbre parpadeaba en sus ojos mientras miraban a Corrine y al vehículo que se acercaba.
Y en ese breve momento de duda, dio el golpe. Con un movimiento de muñeca, cambió de marcha y ejecutó una maniobra impecable: metió la marcha atrás y giró el coche en un arco perfecto. Los neumáticos chirriaron mientras se incorporaba sin esfuerzo al tráfico, tan fluida y precisa como una bailarina experimentada.
.
.
.