El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 828
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Capítulo 828:
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Entonces, bajo las brillantes luces del escenario, los labios rojos de Corrine se curvaron en una sonrisa radiante. «Me gustaría dar las gracias especialmente al Sr. Ashton, del Ashton Group, y a la Sra. Burgess, del Burgess Group. Sin sus generosas contribuciones, esta subasta no habría batido récords. Su generosidad sin límites ha impulsado este acontecimiento a su año de mayor éxito hasta la fecha. Un aplauso para el Sr. Ashton y la Sra. Burgess».
Su aplauso sonó primero, nítido y deliberado.
El público le siguió y pronto todo el recinto resonó con una atronadora ovación.
Sin embargo, Bruce y Leah no sintieron el aplauso como un reconocimiento. Se sentía como un millar de manos invisibles bofetadas en la cara. No. Esto no fue sólo un paso en falso momentáneo. Desde el principio, habían sido atrapados en la red de Corrine.
Cada puja que habían hecho, cada suma extravagante que habían gastado, sólo habían servido para promover su causa.
Una insoportable oleada de humillación se abatió sobre Leah, apoderándose de su cuerpo con un tembloroso apretón.
Le rechinaban las muelas y le dolía la mandíbula por la presión. Sus ojos se enrojecían por las lágrimas no derramadas y sus puños se cerraban con tanta fuerza que sus uñas se partían contra sus palmas. Ni siquiera notó el dolor.
A pesar del impecable maquillaje que adornaba su rostro, ni el más hábil de los artistas podía enmascarar la furia que retorcía sus facciones.
En ese momento, como si el destino hubiera conspirado contra ella, la cámara se acercó captando hasta el último rastro de su rabia.
El público se puso colectivamente rígido. La expresión contorsionada de Leah -sus ojos inyectados en sangre brillaban con una furia desenfrenada- era como la de una bestia enjaulada lista para saltar.
Una oleada de inquietud recorrió a quienes lo presenciaron. En medio de la tensión, los labios de Corrine se curvaron en una sonrisa aún más brillante. Sus delicadas cejas se arqueaban con un desafío silencioso, toda su presencia irradiaba provocación sin esfuerzo. «Sr. Ashton y Sra. Burgess, por favor, sonrían para la cámara. Queremos capturar este momento».
Las miradas de Bruce y Leah se dirigieron a Corrine. Su aversión era inconfundible. Si las miradas mataran, ella habría perecido allí donde estaba.
La sola idea de posar para la cámara era insoportable.
La sangre les hervía, las entrañas se les retorcían de furia. Sin embargo, bajo la atenta mirada de la multitud, no tenían elección. Esbozando sonrisas forzadas, lucharon por contener la tormenta que se desataba en su interior, y el esfuerzo les llevó al borde de la ruptura.
A diferencia de ellos, Corrine mantuvo la compostura, una imagen de elegancia inquebrantable.
Su sonrisa, sutil pero precisa, tenía un trasfondo escalofriante. No era ruidosa ni exagerada, pero poseía una autoridad que provocaba escalofríos a quienes la presenciaban.
Exudaba una gracia natural, un aire regio que la hacía parecer intocable. Aplomada, serena, incluso pacífica en apariencia, pero bajo ella yacía una agudeza que cortaba más profundo que cualquier hoja visible. Nate la observó atentamente. El frío filo de sus ojos se suavizó ligeramente, dando paso a una dulzura casi imperceptible.
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