El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 825
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Capítulo 825:
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Su voz, grave y rica, desprendía un rastro de juguetona arrogancia, y el calor de su aliento le produjo un escalofrío.
De pronto sintió el impulso de frotarse la oreja, pero antes de que pudiera, Nate le cogió la mano y entrelazó sus dedos. Corrine miró sus manos entrelazadas y su sonrisa se hizo más profunda.
Entonces, la voz de Zeke sonó una vez más. «Sesenta millones.»
Bruce sintió como si le hubiera caído un rayo encima. Su respiración se entrecortó y su agarre se tensó involuntariamente.
Sesenta millones. Esta cifra superaba con creces sus cálculos.
Pero…
«Bruce, ¿de verdad vas a rendirte? Sin ese juego de joyas, ¿cómo vas a conseguir la ayuda de Andrómaca?». La voz de Leah temblaba de urgencia. Había supuesto que con Corrine fuera de juego, su camino estaría despejado. No había previsto que Zeke y Nate convirtieran esto en su campo de batalla personal.
La guerra de ofertas se había intensificado más allá de lo razonable, y cada nueva cifra era más vertiginosa que la anterior. Sin embargo, rendirse era insoportable.
Leah agarró la mano de Bruce, sus dedos presionando firmemente contra su piel. Su voz bajó, insistente. «Bruce, dentro de dos meses se celebrará la Cumbre de Lyhaton. ¿No quieres usar las conexiones de Andrómaca para impulsar a la familia Ashton?».
Bruce frunció las cejas, sus dedos se apretaron en torno a la pala de licitación mientras la tensión se le enroscaba en el pecho.
Se hizo un breve silencio mientras sopesaba su próximo movimiento. Entonces, su voz cortó el aire. «¡Setenta millones!»
Antes de que los ecos de su oferta se hubiesen desvanecido, la voz de Zeke atravesó la sala como un trueno. «¡Cien millones!»
Un grito ahogado recorrió la multitud. Las cabezas giraron, los murmullos de asombro llenaron el aire: cien millones era ya una cifra astronómica. Pero antes de que nadie pudiera asimilarlo, una voz grave y mesurada se hizo oír. «Doscientos millones».
A Bruce se le cayó el estómago. Sus dedos se endurecieron contra la pala mientras su mirada se dirigía a la fuente. Nate otra vez.
Una silenciosa desesperación parpadeó en los ojos de Leah. Sabía que Bruce no presionaría más. No a este precio.
Significaba que habían perdido el juego de joyas.
El pecho se le apretó, la respiración entrecortada… hasta que la voz de Bruce rompió sus pensamientos. «Doscientos cincuenta millones».
Un silencio atónito se apoderó de la habitación. El corazón de Leah latía con fuerza, como si la hubieran sacado de las aguas heladas. Sus ojos se clavaron en Bruce, con la incredulidad ensanchando su mirada.
Ella tragó contra el nudo en la garganta, su voz temblando. «Bruce, tú…»
Se volvió hacia ella, con expresión tranquila pero resuelta. «No te preocupes. Puedo permitírmelo».
Por doscientos cincuenta millones, no sólo estaba comprando un juego de joyas: estaba asegurando el futuro de la familia Ashton.
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