El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 821
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Capítulo 821:
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Luego, desviando la mirada hacia el público, dijo: «Creo que todos deberíamos dar un aplauso al Sr. Ashton».
La sala estalló en aplausos, atronadores e implacables.
Leah se había dejado llevar por la embriagadora emoción de que Bruce hubiera gastado treinta millones en un anillo para ella. La pura extravagancia había nublado momentáneamente sus pensamientos. Pero cuando la sala estalló en un atronador aplauso, la realidad se deslizó de nuevo, cortando su euforia como una fría cuchilla.
Algo no encajaba.
Su mirada se dirigió hacia arriba, fijándose en Corrine, sentada en un palco privado frente a ella. Los labios de la mujer se curvaron en una sonrisa cómplice y sus cejas se arquearon ligeramente. El brillo de sus ojos era inconfundible: una burla silenciosa, una provocación deliberada.
Un escalofrío recorrió la espalda de Leah. Sus sospechas se solidificaron en un instante. Sus dedos se cerraron en puños y se mordió las palmas con las uñas.
Corrine lo había hecho a propósito. Desde el principio, nunca había tenido la intención de ganar esas licitaciones. En cambio, había tendido una trampa perfectamente elaborada, en la que Leah había caído sin dudarlo. Una fortuna gastada en baratijas sin sentido, obra de Corrine.
Leah sintió en el pecho el ardor de la constatación, lo que avivó un deseo urgente de enfrentarse a Corrine.
A su lado, Bruce estaba rígido, con expresión sombría. Él también lo había sentido. Las palabras de Corrine, aparentemente inocentes al principio, habían sido todo menos eso.
Nunca había deseado realmente el anillo. Su objetivo había sido algo totalmente distinto. Poner el precio por las nubes. Sin su interferencia, podría haber conseguido el anillo por sólo cinco millones. Ahora, le había costado seis veces más.
Treinta millones.
La mandíbula de Bruce se tensó. Corrine sabía que no podía impedirle que le comprara el anillo a Leah, así que había encontrado otra forma de atacar.
Pequeña venganza alimentada por los celos.
Podía fingir indiferencia todo lo que quisiera, pero sus actos eran más elocuentes que sus palabras.
Al otro lado de la habitación, ajena a sus cavilaciones, Corrine se enfrentó a su mirada hostil con una sonrisa exasperantemente serena. Su voz, ligera y llena de burla, flotaba en el aire. «Señor Ashton, su devoción por la señorita Burgess es realmente admirable. Mañana todo Lyhaton hablará de ello. Me atrevería a decir que muchos sentirán envidia».
Siguió una carcajada, aunque todos captaron el filo cortante de su tono. Uvas agrias. Una mujer rechazando lo que no podía tener.
«La Sra. Burgess es realmente afortunada».
«Treinta millones por un anillo, ¡eso sí que es amor!».
«Hacen una buena pareja. Una pareja hecha en el cielo, otro gran espectáculo para Lyhaton».
La multitud se deshacía en elogios.
Sin embargo, bajo sus sonrisas forzadas, Bruce y Leah hervían un silencioso resentimiento.
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