El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 802
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Capítulo 802:
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«Te aconsejo que abandones esos pensamientos», dijo Andrómaca burlonamente. «Tus pequeños planes no son nada para él. Si quisiera aplastarte, le costaría menos esfuerzo que aplastar a un insecto».
Leah se quedó paralizada, con las mejillas sonrojadas por la vergüenza de haber sido expuesta tan abiertamente. Siempre se había creído inteligente, pero al lado de la despiadada perspicacia de Andrómaca, sus ambiciones parecían vergonzosamente transparentes.
Andrómaca conocía bien a su sobrino. Nate fue criado por Ralph y una vez se había atrevido a enfrentarse a él en sus momentos más feroces, y había sobrevivido. Se había abierto camino hasta la cima pasando por encima de sus parientes sin vacilar. Provocarle era buscar la muerte.
«Sólo era curiosidad», murmuró Leah, tragando saliva.
«Parte de la curiosidad es inofensiva. Otras no». Los ojos de Andrómaca se oscurecieron, su voz bajó a algo casi ominoso. «Comprendo.
Leah bajó la mirada.
Al caer la noche, la vida nocturna de la ciudad cobró vida en todo su esplendor. Los rascacielos resplandecían en el cielo oscuro y sus luces deslumbraban como constelaciones en una galaxia urbana.
Entre ellos destacaba el Hotel Dreamscape, que llamaba la atención por su grandeza. Cada centímetro de su opulenta decoración destilaba lujo.
En la entrada se suceden elegantes coches de lujo. Al abrirse las puertas, salieron hombres con trajes a medida y mujeres con vestidos de gala. Sus movimientos eran equilibrados, sus brazos se entrelazaban en una intimidad sin esfuerzo mientras se deslizaban hacia las grandes puertas del hotel bajo la atenta mirada de los curiosos.
Los flashes de las cámaras de los fotógrafos marcaban la noche. Los medios de comunicación se apostaron estratégicamente para contar historias a partir de imágenes robadas. En medio del espectáculo, Leah sintió que se le formaba una fina capa de sudor en las palmas de las manos.
Era su primera aparición pública desde que Luna había arrastrado públicamente su nombre por el fango. A pesar de los incesantes esfuerzos de Burgess Group por reparar el daño, la reputación de Leah seguía herida. Los rumores no cesaban.
La noticia de su asistencia a esta gala benéfica no hizo sino avivar el fuego de la polémica. Algunos creían que estaba allí para jugar la carta de la simpatía, utilizando la caridad como un escudo conveniente para rehabilitar su imagen. Otros sostuvieron que era sincera, aludiendo a su participación en causas benéficas en el pasado. Pero la mayoría permaneció escéptica en . Como depredadores invisibles acechando en las sombras, la observaban y esperaban, listos para saltar al primer paso en falso que pudiera hacerla caer para siempre.
Leah sabía que este acontecimiento era importante para ella. Cada movimiento, cada atuendo había sido meticulosamente planeado.
Esta noche llevaba un vestido de tirantes color champán que acentuaba sus delicadas clavículas y sus elegantes hombros. Llevaba los rizos castaños recogidos en un elegante recogido, salvo un mechón que enmarcaba su rostro y suavizaba sus rasgos.
Leah sonrió suavemente, saludando con serenidad a los periodistas congregados. Pero la respuesta fue fría. Los periodistas siguieron como si Leah fuera invisible. Seguían charlando entre ellos, ajustando sus cámaras, dejando claro que ella ya no interesaba.
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