El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 80
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Capítulo 80:
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«Si alguna vez te encuentras en problemas, no dudes en decírmelo. No busco nada a cambio». La profunda voz de Nate resonó a través de la línea, su calidez conllevaba un sutil tirón que hizo que le cosquillearan los oídos, dejándola inquieta.
En realidad, la situación no era tan catastrófica como había sugerido el dramático relato de Karina.
Leah se había metido en el papel de la víctima perfecta, aprovechando el hecho de que la mayoría no la había visto empujar a Corrine a la carretera. Los transeúntes sólo habían visto a Corrine tomar represalias, por lo que era demasiado fácil presentar a Leah como la inocente herida.
Estos supuestos defensores de la justicia no tenían ni idea de que eran meros peones en el tablero de ajedrez cuidadosamente dispuesto por Leah.
Tras un breve intercambio, Corrine terminó la llamada y colgó el teléfono.
Cuando levantó la vista, la sonrisa traviesa de Karina la saludó, llena de intención juguetona.
«¿Me lo vas a explicar o tengo que rellenar yo los huecos?». bromeó Karina, con la curiosidad prácticamente escrita en negrita en su rostro.
«No es lo que estás pensando», respondió Corrine, un poco a la defensiva, dejando caer la mirada para centrarse en su comida a medio terminar.
Karina se inclinó hacia ella, apoyó la barbilla en las manos y estudió a Corrine con una intensidad de láser.
«¿Ah, sí? ¿Entonces qué es?»
Corrine le lanzó una mirada fugaz y suspiró, sabiendo muy bien que Karina no lo dejaría pasar sin una respuesta.
«No se parece en nada a lo que imaginas», dijo con firmeza, aunque su tono tenía un matiz de inquietud.
La sonrisa de Karina se ensanchó.
«Por lo que he visto a lo largo de los años, es sólo cuestión de tiempo que empieces a enamorarte de él», dijo con una sonrisa cómplice.
Se inclinó hacia delante y golpeó ligeramente el pecho de Corrine con un dedo manicurado.
«¿Puedes decir honestamente que no sientes ni siquiera un destello de algo aquí?»
La mirada de Corrine parpadeó mientras sus pensamientos vacilaban.
¿Nada?
Eso no era del todo cierto.
Cuando Nate había dicho: «Siempre te cubriré las espaldas», su corazón la había traicionado, latiendo con una intensidad que no esperaba.
Al notar la mirada distante de Corrine, Karina frunció los labios antes de murmurar una advertencia.
«Ese hombre parece peligroso. Ten cuidado, Corrine, o podrías acabar atrapada en una trampa de la que no puedas escapar».
Los labios de Corrine se curvaron en una leve sonrisa.
«¿De verdad crees que dejaría que eso pasara?»
Karina enarcó una ceja, con la copa de vino entre los dedos y una sonrisa socarrona en la comisura de los labios.
«¿Quién sabe lo que nos deparará el mañana?»
Tras terminar de comer, los dos se dirigieron al aparcamiento subterráneo.
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