El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 8
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 8:
🍙🍙🍙🍙🍙
Mientras Corrine procesaba la exhibición teatral de Leah, una voz aguda atravesó el aire desde atrás.
«Corrine, ¿qué crees que estás haciendo?»
En el momento en que esa voz llegó a sus oídos, Corrine comprendió la elaborada actuación de Leah. Se dio cuenta de que negarse a representar su papel en el escenario cuidadosamente construido por Leah sería una oportunidad perdida.
Justo cuando Leah estaba a punto de caer al suelo, la mano de Corrine salió disparada, atrapando su brazo con un agarre de hierro.
Leah se volvió hacia ella, sobresaltada por la inesperada intervención.
Corrine se inclinó hacia ella y sus palabras susurradas tenían un matiz glacial que hizo que Leah sintiera escalofríos.
«Si vas a hacer una actuación, que sea convincente. Si tienes dificultades con el papel, estaré encantado de ayudarte».
Un destello de terror cruzó el rostro de Leah cuando se encontró con la mirada de Corrine, aquellos ojos brillantes con intenciones peligrosas.
Los terrenos del hospital se extendían ante ellas, con un paisaje salpicado de rocas decorativas destinadas a realzar el entorno natural. Corrine observó la escena con calculada precisión, plenamente consciente de lo que le esperaba a Leah más abajo. Sin vacilar, soltó el agarre.
El nauseabundo sonido del impacto resonó cuando la frente de Leah chocó contra la implacable superficie de una roca. Una roncha roja y furiosa se extendió inmediatamente por su piel, realzando su imagen de vulnerabilidad cuidadosamente elaborada.
La secuencia se desarrolló con tal rapidez que ni Leah ni Bruce tuvieron tiempo de procesar lo que había ocurrido. La voz de Bruce cortó la secuencia, cargada de rabia.
«Corrine, ¿comprendes lo que acabas de hacer?»
Corrine se encogió de hombros con una máscara de indiferencia.
«Mis disculpas… fue sin querer».
«¡Tú!» Las palabras de Bruce vacilaron mientras buscaba en su rostro impasible cualquier rastro de remordimiento.
Corrine arqueó elegantemente una ceja y sus labios esbozaron una sonrisa burlona.
«¿No me crees? Qué interesante que las afirmaciones de Leah sobre accidentes merezcan tu confianza, mientras que las mías no. ¿Tal vez debería trabajar en mis habilidades de actuación?»
Los dedos de Leah exploraron con cautela la palpitante roncha de su frente, y cada roce le producía oleadas de dolor en el cráneo. El odio brillaba en sus ojos mientras miraba a Corrine con la mandíbula apretada por el impulso de vengarse.
Para alguien cuyo medio de vida en el mundo del espectáculo dependía de su apariencia, este ataque golpeó sus cimientos. La crueldad de Corrine la había sorprendido por completo.
Desoyendo la mirada venenosa de Leah, la voz de Corrine goteó sarcasmo.
«Considera este consejo amistoso, Leah: mantén la distancia en el futuro. La próxima vez no terminará sólo con un rasguño».
Bruce dio un paso adelante, colocándose como un escudo entre las mujeres, sus ojos irradiaban amenaza hacia Corrine.
«¡Estás siendo irracional, Corrine!»
.
.
.