El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 786
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Capítulo 786:
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Cuando las primeras luces del alba empezaron a dibujarse en el horizonte, Corrine salió de su estado de ensoñación. Sus manos, manchadas de sangre, contaban la sombría historia de una noche llena de dolor. Se dio cuenta con un sobresalto de que él también había sido herido.
Sin embargo, cuando ella lo buscó, él se había desvanecido en el éter, dejando tras de sí sólo el más leve rastro de sí mismo. Había un aroma persistente, algo oscuro y terroso, una mezcla de ébano y sándalo, sutil pero inconfundible.
De repente, los ojos de Corrine se abrieron de golpe y se encontró mirando directamente a la cara de Nate. Por un momento se quedó paralizada, sorprendida por su proximidad.
«Vuelve a dormirte», murmuró Nate, con voz suave, mientras la rodeaba suavemente con el brazo, atrayéndola hacia el calor de su abrazo.
Corrine se acurrucó contra él, inhalando el fresco y familiar aroma que calmó su acelerado corazón. Era relajante, como la primera bocanada de aire fresco después de una tormenta.
Pero por más que lo intentaba, el sueño se le escapaba, su mente seguía enredada en los restos del sueño. Yacían juntos, con los latidos de sus corazones sincronizándose poco a poco, como si el mundo se hubiera ralentizado sólo para ellos.
Los labios de Nate rozaron su sien, cálidos y tiernos, y la sensación le produjo un escalofrío. Le dio un suave beso en el nacimiento del pelo y su aliento acarició suavemente su piel.
«Me hace cosquillas», murmuró Corrine, apartándose ligeramente, con su sonrisa como una ondulación silenciosa en la quietud.
Aunque seguía con los ojos cerrados, su mano, casi por voluntad propia, se deslizó hasta la cintura de él, con un tacto persistente, como si tratara de atrapar los fragmentos de algo fugaz.
Pero para Nate, su contacto era una chispa que encendía algo en su interior. Se le cortó la respiración y su nuez de Adán se balanceó mientras la agarraba por la muñeca.
«¿Intentas seducirme?», preguntó.
Corrine sonrió satisfecha, con la comisura de los labios curvada hacia arriba. «¿No será que te falta autocontrol?».
Nate enarcó una ceja, con un brillo de diversión bailando en sus ojos. Sin duda, su habilidad para echar la culpa a otros estaba mejorando.
«¿Vamos a visitar a mi abuela esta noche?», le preguntó, llevándose la mano a los labios para darle un beso fugaz y tierno.
Corrine asintió, su respuesta simple pero cálida. «Claro».
Cuando el sol se ocultó en el horizonte, tiñendo el mundo de un tono dorado, caminaron codo con codo hacia el Jardín de las Fragancias, donde les esperaba Evelyn.
En cuanto los vio, Evelyn dejó a un lado su trabajo y se le iluminó la cara de alegría. «Corrine, ven aquí. Necesito echarte un buen vistazo».
«Evelyn», respondió Corrine, con voz suave de afecto mientras se acercaba.
Los ojos de Evelyn chispeaban de placer mientras estrechaba la mano de Corrine y la recorría con la mirada, como si intentara medir cada centímetro de su bienestar. Finalmente, sus ojos se detuvieron en el vientre de Corrine.
Al sentir la intensa mirada de Evelyn, Corrine se movió incómoda, insegura de cómo responder.
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