El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 781
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Capítulo 781:
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«Qué desperdicio de oportunidad», comentó un hombre con un suspiro. El capitán, que había permanecido en silencio, intervino de repente: «Si piensas así, estás muy equivocado». Al darse cuenta de las miradas interrogantes que le dirigían, sonrió con complicidad. «Es demasiado excepcional para que la retengamos aquí».
Si no hubiera sido por Jules, quizá hoy no habría prestado su ayuda.
En Celtis Estate, Corrine se acurrucó en un rincón del sofá, con el pelo de seda cayéndole en cascada sobre los hombros, como un lánguido gato persa en reposo.
A su lado, Nate sujetaba su delgado tobillo con una mano mientras lo masajeaba suavemente con la otra, su mirada evaluaba cuidadosamente su expresión.
«¿Todavía te duele?», preguntó.
Corrine negó con la cabeza. «Hace tiempo que no me duele».
Para ella, una herida así apenas merecía mención.
Desde muy joven, Jacob le había enseñado los delicados entresijos de las articulaciones humanas: cómo una fuerza precisa podía inmovilizar a alguien y confinarlo a la cama de por vida.
Por supuesto, había algunos huesos que nunca debían tocarse. Hacerlo sería fatal.
Nate le roció el tobillo con una bruma refrescante y le aplicó una presión firme pero relajante. Mientras trabajaba, preguntó despreocupadamente: «¿Nigel te enseñó a fijar los huesos?».
«Nigel me enseñó muchas cosas», respondió Corrine. «Pero primero aprendí de Jacob».
No vio ninguna razón para ocultar la verdad.
El ceño de Nate se arqueó ligeramente al oír sus palabras, un brillo de intriga pasó por sus ojos.
El salón se sumió en un silencio confortable, lleno de un entendimiento tácito.
Entonces, sonó el teléfono de Corrine.
Miró la pantalla.
Un mensaje de Karina decía: «El vestido de novia de Willa está listo. Por favor, échale un vistazo».
A continuación se adjunta un breve vídeo.
El dobladillo del vestido estaba bordado con motivos exquisitos, los delicados hilos brillaban como la luz de la luna tejida.
Los dedos de Corrine bailaban sobre el teclado. «¿Se lo ha probado? ¿Necesita algún ajuste?»
Karina respondió casi al instante: «Sin problemas. Además, Willa nos ha invitado a su boda. ¿Estás libre dentro de tres días?»
Tres días después…
Corrine echó un vistazo a su agenda y sus labios se curvaron en una enigmática sonrisa.
Era el cumpleaños de Leah.
Tenía preparado un regalo especial para Leah, uno que sería inolvidable.
Su mirada se desvió entonces hacia la cita anterior, con un destello de picardía bailando en sus ojos.
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