El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 764
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 764:
🍙🍙🍙🍙 🍙
Tras una cuidadosa deliberación, los militares optaron por el método de tratamiento más seguro en lugar de un procedimiento más invasivo que podría comprometer la funcionalidad de Carson a largo plazo.
La enfermera se quedó helada cuando vio a Corrine.
«¿Hay algún problema?» preguntó Corrine, notando la mirada escrutadora de la enfermera.
Sorprendida por la mirada de Corrine, la enfermera sintió que el corazón le daba un vuelco. Un leve rubor apareció en sus mejillas y bajó rápidamente la mirada para ocultar su vergüenza.
El hospital había ingresado a un paciente especial la noche anterior, dejando a los médicos sin solución. Sin embargo, Matthew había afirmado tener una solución y había traído a un experto para el tratamiento.
Cuando la gente oía la palabra «experto», solía imaginarse una figura anciana con el pelo plateado y una gran experiencia grabada en sus rasgos. Nadie esperaba que el experto fuera una mujer de belleza impresionante.
«Es que… no esperaba que tuvieras este aspecto», murmuró la enfermera tras un momento de vacilación.
Corrine arqueó una ceja, pero no dijo nada. Se limitó a empujar la puerta de la sala y entrar.
El paciente estaba de pie junto a la ventana, ensimismado. Desde el punto de vista de Corrine, podía ver que su hombro derecho estaba ligeramente más caído que el izquierdo, lo que creaba un desequilibrio evidente.
«Sr. Jones, vamos a empezar su tratamiento ahora. Por favor, túmbese en la cama», le dijo la enfermera con suavidad.
Carson no se movió, como si no la hubiera oído.
Justo cuando la enfermera iba a hablar de nuevo, Corrine levantó una mano para detenerla.
«Si prefieres no tumbarte, también puedes sentarte en el sofá», dijo Corrine, con voz tranquila y relajante, como la primera brisa tras una lluvia primaveral.
El cuerpo de Carson se tensó. Un leve escalofrío lo recorrió antes de darse la vuelta lentamente.
En cuanto vio a Corrine, se quedó helado. Sus ojos parpadearon de emoción, como si no pudiera creerse que la tuviera delante. Corrine no se dio cuenta de su reacción. Se acercó rápidamente a él para examinarle la herida.
Sus finos dedos le presionaron el hombro con la fuerza justa. Con la otra mano, le levantó suavemente el brazo derecho y lo movió ligeramente.
«Esto puede doler un poco. Ten paciencia», dice Corrine, con una arruga apenas perceptible en el entrecejo.
Un crujido resonó en la habitación cuando el omóplato de Carson volvió a su sitio. La mano de Corrine recorrió ligeramente la zona, comprobando que no hubiera más desalineaciones.
Sin embargo, la fractura de clavícula era más complicada. Necesitaría un clavo metálico para estabilizarla, aunque, por suerte, no afectaría significativamente a su movilidad futura.
.
.
.