El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 76
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Capítulo 76:
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Corrine captó al instante el peso de sus palabras. Cuando Nate cogió el teléfono, su instinto se puso en marcha y le agarró la mano.
«¡Espera!»
Sus finos dedos, fríos al tacto, se apoyaron en la palma de su mano. El contraste entre el frío de su mano y el calor de su piel le produjo una curiosa calma, como si su tacto pudiera calmar una tormenta.
Los ojos afilados de Nate se ablandaron y una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
«Tienes la mano fría», comentó, con voz grave y cálida.
Con un movimiento sin esfuerzo, giró la muñeca, envolviendo la mano de ella en la suya. Su mano, más grande, irradiaba calor, y Corrine sintió una fugaz sensación de seguridad que no había esperado. El parpadeo de sus ojos delató sus pensamientos, pero enseguida se serenó. En un tono suave pero decidido, dijo: «Este es mi problema, y yo me ocuparé de él».
«Entonces, ocúpate de ello», respondió Nate con una leve sonrisa de complicidad, apretando ligeramente su mano.
«Hazlo a tu manera. Pase lo que pase, siempre te cubriré las espaldas».
La sorpresa se reflejó en el rostro de Corrine. Miró a Nate, momentáneamente muda.
Todas las mujeres merecen sentirse protegidas y queridas, pero ese sentimiento la había eludido durante tanto tiempo.
En sus tres años con Bruce, había sido como una sombra: silenciosa, con cuidado de no provocarle, reprimiendo su propia voz para evitar conflictos. Aquellos años habían sido una resistencia silenciosa creada por ella misma.
Pero las palabras de Nate contenían una promesa diferente: ella no tenía que aguantar. No tenía que encogerse. Podía mantenerse erguida, y él estaría allí, inquebrantable.
Por un breve instante, los muros que con tanto cuidado había levantado alrededor de su corazón parecieron resquebrajarse. Algo suave y desconocido se deslizó a través de él, esparciendo calidez a su paso.
La tos de Matías rompió el hechizo, su voz cortó el silencio cargado como un cuchillo.
«Señorita Holland, ¿dónde debo llevarla?»
La interrupción devolvió a Corrine al presente. Al darse cuenta de que la mano de Nate seguía cubriendo la suya, sintió un repentino sofoco e instintivamente se la quitó de encima. Nate parpadeó, claramente sorprendido.
¿Fue… rechazado?
Corrine se aclaró la garganta, con la esperanza de suavizar la incomodidad. Su expresión recobró su compostura habitual, su voz fría y mesurada.
«Distrito Timme, por favor».
«Entendido», respondió Matías sin vacilar.
El coche no tardó en llegar a su destino. Cuando Corrine se apeó, Nate le entregó el ramo de rosas y su voz se redujo a un murmullo.
«Buenas noches.»
«Buenas noches», respondió ella, con tono uniforme.
Con una leve, casi imperceptible sonrisa, se dio la vuelta y se alejó. Nate observó su figura hasta que desapareció de su vista. Fue entonces cuando el coche volvió a ponerse en marcha.
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