El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 754
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Capítulo 754:
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«Para.» La voz de Bruce cortó el silencio.
Su aguda mirada se clavó en una figura alta y esbelta en la distancia. Su expresión se ensombreció, ilegible.
Desde que unos desconocidos habían irrumpido en su apartamento, Corrine se había mudado de los Apartamentos Platino. Solo había vuelto esta noche para recoger algunas pertenencias.
Caminaba a paso ligero hacia el ascensor, con la mente en otra parte, cuando un firme apretón se cerró de repente en torno a su muñeca. Su cuerpo se tensó y una luz fría brilló en sus ojos.
«Corrine, no esperaba verte aquí». La voz profunda de Bruce vino de atrás, mezclada con algo que ella no podía identificar.
Se giró bruscamente al soltar instintivamente el brazo, percibiendo el fuerte olor a alcohol que desprendía. Sus cejas se fruncieron ligeramente con desagrado.
Haciéndose a un lado, deliberadamente creó espacio entre ellos. «Sr. Ashton, ¿necesita algo?»
Bruce empezó, pero las palabras se atascaron en su garganta.
La verdad era que la había visto desde el coche y, antes de que pudiera contenerse, la había seguido.
Corrine lo miró fríamente y soltó una risita suave y sin gracia.
«¿Me estabas siguiendo?»
«¡No, no lo estaba!» Bruce soltó. «Yo sólo… te vi, y…»
Su voz se entrecorta. Una extraña duda se deslizó en su mente. ¿No estaba resentido con Corrine? ¿No había jurado alejarla? ¿Por qué la había perseguido tan instintivamente?
Corrine no tenía tiempo para esto.
Su regreso a los Apartamentos Platino había sido una decisión improvisada, y cuanto más se demorara, más probable era que Nate se preocupara.
Sin decir nada más, giró sobre sus talones y se marchó.
«Corrine, espera». Bruce se movió sin pensar, acortando la distancia entre ellos. Sus dedos volvieron a agarrar la muñeca de ella, esta vez con más firmeza.
«¿Puedes escucharme?»
«No tengo tiempo. No me interesa», replicó ella, con tono firme.
Pero Bruce no estaba listo para dejarlo ir. «Sé que me odias, pero nunca quise hacerte daño. Yo solo… Quiero que sigamos siendo amigos. Aunque no seamos amantes».
A Corrine se le escapó una risa fría. Su mirada se agudizó mientras lo miraba fijamente. «Antes no eras digno, y ahora lo eres aún menos».
Con estas palabras de despedida, giró sobre sus talones y se alejó sin mirarle atrás.
Fuera por el escozor de su indiferencia o por la audacia de su desafío, Bruce se lanzó hacia delante y agarró con fuerza el hombro de Corrine.
Antes de que él pudiera pronunciar una palabra, ella reaccionó con rápida precisión y sus dedos se cerraron en torno a su muñeca.
En un movimiento fluido, ella giró, usando su propio impulso en su contra, y lo envió a estrellarse sobre su hombro.
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