El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 739
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Capítulo 739:
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«¡Tu propia madre así!» Justo cuando se preparaba para arremeter de nuevo, una tos deliberada de Leah cortó el momento.
Roselyn vaciló y dirigió la mirada hacia Leah. El cambio fue inmediato: una sonrisa rígida se dibujó en su rostro, aunque sus ojos seguían ardiendo de veneno cuando se volvió hacia Luna.
Casi se había dejado distraer. No podía olvidar para qué estaba aquí.
«¡No importa lo mucho que me guardes rencor, sigo siendo tu madre!», declaró con forzada autoridad. «¡No me importa lo que te haya llenado la cabeza, pero mientras yo esté aquí, no dejaré que calumnies a la Srta. Burgess!».
Al ver la actitud indiferente de Luna, Roselyn le cogió la mano con una expresión suavizada, su agarre inestable, su voz bajando a algo casi suplicante. «Luna, debes aprender a ser agradecida. No vayas demasiado lejos».
No entendía por qué Luna había cambiado repentinamente de postura, volviéndose contra Leah con tanta fiereza.
Pero Leah había prometido que, si Luna confesaba hoy, no sólo cubriría las facturas médicas del hermano de Luna, sino que también ayudaría a pagar sus deudas de juego y cuidaría de su familia hasta que Luna fuera liberada.
Cegados por la promesa del dinero, Roselyn y su marido no tuvieron ninguna consideración por el futuro o el bienestar de su hija.
«Luna, ¿no es tu hermano el que más te importa? ¿De verdad soportas verle postrado en una cama de hospital, desatendido?». La voz de Roselyn se quebró de emoción al continuar: «Tu hermano sigue en coma. Sin la ayuda de la señorita Burgess, ¡puede que ni siquiera vuelvas a verle!».
Luna había previsto la reacción de su madre.
Durante años, sus padres nunca habían tenido en cuenta sus sentimientos. Siempre se trataba de su hermano, él era la prioridad. En el pasado, ella lo había soportado, resignada al destino que le habían deparado. Pero esta vez no. Esta vez se defendería.
Luna miró a su madre, que seguía divagando, y retiró lentamente la mano. Su voz era plana, distante, cuando preguntó: «¿Y yo qué?».
«¿Qué? Roselyn se quedó paralizada un momento, confundida por la pregunta. Luna repitió, con tono frío: «Durante todos estos años, siempre le has dado prioridad a él. ¿Y yo qué? ¿Qué debo hacer?»
La sonrisa forzada de Roselyn vaciló y titubeó, diciendo: «¿Qué quiere decir con ‘qué debe hacer’? Cometiste un error y la señorita Burgess está dispuesta a ayudar, a pesar de ello. Deberíamos estar agradecidos. Además…» Vaciló, mirando nerviosa a la policía, antes de susurrar al oído de Luna: «La señorita Burgess prometió que cuidaría de nosotras, así que no te preocupes».
Al oír esto, un destello de tristeza pasó por los ojos de Luna.
Así pues, su vida, su futuro, su valor, no eran nada comparados con el dinero que estaba en juego.
No se molestó en ocultar su mueca. «Entonces, ¿estás dispuesto a enviar a tu propia hija a la cárcel por una promesa vacía?»
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