El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 737
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Capítulo 737:
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Leah apretó los dientes y se tragó la rabia que amenazaba con surgir. Se obligó a respirar hondo, calmando el pulso. Perder la compostura ahora sería un error fatal.
No podía permitir que sus palabras la sacudieran. Un paso en falso, una palabra equivocada, y las consecuencias serían irreversibles.
Sus dedos se enroscaron en la palma de la mano mientras echaba un vistazo al reloj, con el corazón latiéndole a mil por hora. En silencio, deseó que Bruce volviera pronto para apaciguar el caos antes de que se descontrolara aún más.
La voz de Luna cortó la tensión, cruda y cansada. «Señorita Burgess, sé que no puedo superarla. Es usted astuta, y con la familia Burgess y su madrina detrás, es prácticamente intocable. Así que seamos sinceros, ¿de acuerdo?»
Ya fuera por la incesante presión o por la dura realidad de su estancia en comisaría, Luna parecía una sombra de lo que había sido. La confianza, la elegancia… ambas habían desaparecido, dejando atrás a una mujer que parecía haber envejecido años de la noche a la mañana.
Leah inclinó ligeramente la cabeza, con expresión inocente. «Luna, ¿qué estás tratando de decir?»
Su voz era suave, bordeada de incredulidad. «¿Estás insinuando que te he coaccionado? Entiendo que el trabajo puede ser estresante, y tal vez guardas resentimiento hacia mí, pero ¿retorcer la verdad de esta manera?».
Respiró entrecortadamente, con los ojos desorbitados, como si ella fuera la verdadera víctima en este intercambio.
Al oír las palabras de Leah, Luna soltó una carcajada aguda, llena de incredulidad. «¡Tú y yo sabemos quién está tergiversando la verdad y dando la vuelta al guión!».
Habían hecho un pacto: Luna asumiría la culpa, confesaría los cargos y, una vez pasada la tormenta, Leah movería los hilos necesarios para liberarla.
Pero cuando llegó el momento de soportar el peso de las consecuencias, Leah la abandonó sin pensárselo dos veces.
Leah no sólo había enviado a gente a presionarla para que asumiera la responsabilidad de todo, sino que también esgrimía las deudas de juego de su hermano como un arma contra ella. El mensaje era claro: si cooperaba, el problema del dinero desaparecería.
Sin embargo, este calvario no era una nube pasajera en el cielo de Luna.
Si realmente caía, la mancha sería indeleble y la marcaría de por vida.
Había pasado años tratando de salir del pozo que su familia había cavado, luchando por un futuro más allá de su ruina. Incluso había soñado con huir y romper las cadenas que la ataban.
Pero la traición de Leah pesaba ahora sobre ella como grilletes de hierro, apretándose a cada momento.
No sería un peón en el juego de otros. No dejaría que convirtieran su futuro en algo miserable y roto.
La voz de Leah se agudizó con frustración. «Luna, ¿crees que alguien te creerá? Lo confesaste todo delante de Corrine. Las imágenes de vigilancia lo grabaron todo, tan claro como el agua. Y ahora, ¿tratas de cambiar las cosas a tu favor? ¿Tomas a la gente por tonta?»
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