El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 724
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Capítulo 724:
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En el momento en que el Infierno posó sus ojos en Jacob, su mirada se volvió tan oscura como las nubes de tormenta, y sus agudos ojos se desviaron hacia su confidente, Bleacher.
Bajo el peso de la mirada helada de Hell, una gota de sudor frío recorrió la sien de Bleacher.
Su mirada bajó al suelo, pero sus ojos le traicionaron, fijándose involuntariamente en Jacob.
Este anciano era todo un misterio.
No importaba dónde se escondiera su jefe, Jacob siempre parecía aparecer como por arte de magia, como si fuera una fuerza de la naturaleza con el poder de desafiar a la lógica. A pesar de que el equipo de Bleacher se había dispersado por todo el casino, Jacob se había deslizado sin ser detectado, como si fuera una sombra.
El aire pareció congelarse alrededor de Jacob y, por un breve instante, todo el casino pareció detenerse en deferencia a su presencia.
Jules parpadeó sorprendida al ver a Jacob, su voz apenas un susurro. «Jacob.»
Mientras Jules quedaba desconcertada, los ojos de Corrine bailaban con una mezcla de curiosidad y confusión.
¿Cómo sabía Jacob que ella estaba aquí?
¿Y por qué apareció en el momento más perfecto?
Corrine se serenó y preguntó con calma controlada: «Jacob, ¿qué te trae por aquí?».
Jacob frunció los labios, ofreciendo una débil explicación. «Sólo pasaba por aquí».
Pasaba por aquí… ¿Otra vez con esto?
¿Cuáles eran las probabilidades de que «casualmente» apareciera justo cuando ella lo necesitaba?
El escepticismo de Corrine era palpable, y Jacob lo percibió. Hizo una pausa y añadió: «Vi el coche de Jules aparcado fuera y entré, preocupado». Sus palabras actuaron como un rayo de luz, atravesando la nube de dudas en la mente de Corrine.
¿No era esto exactamente lo que Jacob siempre había hecho por ella a lo largo de los años? Como un protector silencioso, siempre estaba ahí, una sombra que la vigilaba.
¿Cómo podía dejar que las dudas nublaran su confianza en él después de todo?
«Te he vuelto a preocupar», dijo Corrine en voz baja.
Era una frase sencilla, pero llenó el pecho de Jacob de un calor que no esperaba.
Jacob se enderezó, la frialdad en sus ojos regresó. «Srta. Holland, debería irse».
Corrine no debería estar aquí, especialmente con Hell cerca.
Con ese pensamiento, dirigió su mirada hacia el Infierno, que seguía recostado despreocupadamente en su silla.
El Infierno estaba allí sentado, impasible, como si el mundo entero fuera una baratija en sus manos. Nada parecía perturbarle.
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