El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 72
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Capítulo 72:
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Bruce, al ver su rostro bañado en lágrimas, sintió una punzada aguda en el pecho, como si su dolor le estuviera cincelando el corazón. Su mandíbula se tensó y su voz se volvió fría.
«Corrine, ya la oíste. Sólo era una broma. ¿Por qué tuviste que exagerarlo?»
«¿Una broma?» Los labios de Corrine se curvaron en una sonrisa amarga.
«Dime, Bruce, ¿alguna vez has visto a alguien bromear sobre la vida y la muerte? Pero Leah es tu chica dorada, ¿no? Incluso sus defectos están pintados en halos para ti».
«¡Tú!» El orgullo de Bruce se resintió y sus ojos ardieron de indignación. Le lanzó una mirada tan penetrante como para cortar.
«Discúlpate con Leah. ¡Ahora mismo!»
«¿Estás loco?» La mirada de Corrine era tan gélida como una mañana de invierno y su voz destilaba desdén. Luego, casi con pereza, añadió: «Bien, me disculparé… cuando se arrodille para oírlo».
Leah retrocedió, hundiéndose más en los brazos de Bruce, con el miedo tan palpable como una sombra en la habitación. Bruce la abrazó con más fuerza, con el corazón roto por ella.
«¡Corrine!», bramó, con la voz temblorosa por la furia. Sus ojos brillaron con una mezcla de asco e incredulidad al clavarse en los de Corrine.
«¿Cómo te convertiste en esta persona?»
La expresión de Corrine no vaciló; sus ojos brillaban como fragmentos de hielo.
«Porque nunca has intentado comprenderme, Bruce», dijo ella, con un tono carente de emoción.
«Verás, yo vivo según una regla: ojo por ojo, y si alguien golpea, yo devuelvo el golpe con más fuerza».
Bruce frunció las cejas y la tormenta de sus ojos se oscureció.
«Es imposible razonar contigo».
Corrine soltó una leve carcajada desdeñosa y su sonrisa cortó el aire como una cuchilla. Dirigió su atención a Leah, con voz firme pero cargada de advertencia.
«Leah, déjame darte una lección gratis. Ser una celebridad tiene un precio, y bromear sobre la vida de alguien no es sólo imprudente, es peligroso. Piensa en ello. Estás recién bajada del avión, tratando de construir tu imagen aquí. Si el pequeño episodio de esta noche…»
se haga público, ¿cree que su carrera en el mundo del espectáculo sobrevivirá a las consecuencias?
Cada palabra golpeaba a Leah como un ariete.
Su compostura se quebró y el pánico brilló en sus ojos. Su gran plan para humillar a Corrine y afirmar su dominio había salido terriblemente mal. En lugar de triunfar, se encontró atrapada en una red creada por ella misma, con la amargura ahogándola como una soga.
«Señorita Holland, mi jefe la está esperando», dijo Matías, apareciendo de entre las sombras como un fantasma. Su tono era pulido, su postura impecable.
Corrine asintió, quitándose una mota imaginaria de polvo de la manga. Sin mirar atrás, se alejó.
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