El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 701
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Capítulo 701:
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«Nunca olvidaré lo que hiciste por mí».
Su tono moderado pareció calmar la ira de Andrómaca. Respiró hondo y se tranquilizó, conteniendo la furia persistente.
«Bien. Considera esto una lección».
Una lección para Leah, que necesitaba desesperadamente. Y una llamada de atención para sí misma.
Durante demasiado tiempo, Andrómaca había creído que Nate mantenía a Corrine a su lado como una simple diversión pasajera, un juguete que mantenía cerca cuando le convenía. Pero hoy había roto esa ilusión. Había roto la frágil pretensión de armonía por una sola mujer. Y mientras Andrómaca repetía su advertencia, su presencia aún persistía en su mente como un puño de hierro alrededor de su garganta. Sintió una creciente sensación de cautela y miedo.
«Es tarde. Deberías irte a casa». Sin decir nada más, se dio la vuelta y desapareció en la distancia.
En Fragrance Garden, Penny relató los sucesos del hipódromo con todo lujo de detalles. Evelyn se detuvo en seco, con las tijeras de podar suspendidas sobre los delicados pétalos.
«¿Corrine se cayó del caballo?»
«No, no lo hizo». Penny captó la aguda mirada de Evelyn y rápidamente aclaró: «La señorita Holland tiene cierta habilidad. Volvió a subirse justo a tiempo». Una sutil exhalación salió de los labios de Evelyn, la preocupación en sus ojos se alivió, pero no desapareció por completo.
«Mientras ella esté bien, eso es lo que importa». A pesar de sus palabras, el peso del incidente opacó su interés por cuidar las flores.
Dejó las tijeras a un lado y se volvió hacia Penny.
«¿Estaba herida?»
«He oído que se ha hecho daño en el pie». Penny dudó antes de añadir: «Curiosamente, no fue un simple accidente. Parece que la autora intelectual no era otra que la supuesta ahijada de Andrómaca. Afortunadamente, Nate aún valora los lazos familiares».
Evelyn frunció las cejas en silenciosa contemplación, pero antes de que pudiera hablar, un grito agudo rompió la quietud.
«¡Mamá! ¡Mamá!» Era la voz de Andrómaca. Durante una fracción de segundo, algo frío parpadeó en los ojos de Evelyn.
Penny, siempre observadora, suspiró ante la rutina familiar.
Desde que Andrómaca llegó a Lyhaton, había adquirido el hábito de acudir a Evelyn con quejas cada pocos días, siempre las mismas quejas cansinas sobre cómo Nate, ahora un hombre adulto, se negaba a respetarla como su tía.
Pero Penny, desde fuera, veía las cosas con claridad. Fuera cual fuera el resentimiento de Nate, Andrómaca se lo había ganado.
«¿La despido?» Preguntó Penny, esperando que Evelyn rechazara la intrusión.
Pero, para su sorpresa, la mirada de Evelyn permaneció fija en la puerta.
«Déjala entrar».
Conocía demasiado bien a su hija. Durante años, había mirado hacia otro lado, por amor, por obligación.
Después de todo, tanto Nate como Andrómaca eran su familia más cercana. Pero esta vez, Andrómaca había cruzado una línea.
En la tranquila y bien iluminada sala de estar, Andrómaca escrutó sutilmente el rostro de Evelyn mientras se aseguraba cuidadosamente de que la mujer tomaba su medicina. Una vez satisfecha, Andrómaca no pudo contenerse más y expresó su preocupación.
Contó, con todo lujo de detalles, cómo Nate la había amenazado, menospreciado delante de los demás y tratado con desdén, sin reconocerla nunca como su tía.
«¡Mamá, tienes que defenderme!» imploró Andrómaca, con la frustración burbujeando en sus palabras.
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