El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 70
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Capítulo 70:
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«Sólo me preocupa que no sea seguro para ella estar fuera sola tan tarde. Ya que no quieres verla, hagamos como si no nos hubiéramos dado cuenta».
A pesar de sus palabras, una sonrisa suave y apaciguadora se dibujó en sus labios, una sonrisa que hizo que a Bruce se le apretara el pecho. Suspiró, cediendo.
«Si insistes, ve y pregúntale. Yo iré a por el coche».
«De acuerdo», dijo Leah, con la cara iluminada como si hubiera ganado una pequeña victoria.
«Sabía que siempre te preocuparías por mí, Bruce».
Cuando Bruce se dio la vuelta para marcharse, la sonrisa de Leah se desvaneció ligeramente, sustituida por un brillo calculador en sus ojos.
Se acercó lentamente a Corrine, con una mirada fría y penetrante que se clavó en la espalda desprotegida de Corrine.
Leah se acercó sigilosamente por detrás de Corrine y, con un rápido movimiento, la empujó con fuerza hacia la carretera.
El repentino empujón por detrás cogió a Corrine completamente desprevenida. Se tambaleó hacia delante y su cuerpo se precipitó hacia el carril de circulación, arrastrada por el peso de la inercia hacia un coche que circulaba a toda velocidad.
El chirrido de los neumáticos y el claxon a todo volumen la sacudieron cuando el vehículo dio un brusco volantazo y la esquivó por poco.
El coche pasó a toda velocidad y una ráfaga de viento la arrastró con tal fuerza que la hizo perder el equilibrio.
Todo sucedió tan rápido, que su mente luchó por ponerse al día, dejándola congelada en su lugar.
El conductor bajó la ventanilla, con la voz llena de furia.
«¡Si quieres que te maten, hazlo en otra parte! ¡No hagas de tu problema mi problema!»
Corrine se quedó allí de pie, con el rostro pálido y los dedos crispados a los lados mientras la adrenalina dejaba su cuerpo tembloroso.
No fue hasta que el coche se alejó cuando respiró entrecortadamente y empezó a recobrar el sentido.
Se dio la vuelta y sus ojos vieron a Leah de pie junto a la acera, con los labios curvados en una sonrisa que podría haberse confundido con inocencia, pero Corrine sabía que no era así.
Una nube oscura se apoderó de su expresión, sus ojos se entrecerraron como rendijas, una fría y gélida determinación se filtró en ella. Sus manos se cerraron en puños, temblando de furia contenida.
Si el coche no se hubiera desviado, ya la habrían arrojado a decenas de metros de distancia, rota y maltrecha.
No había querido verse atrapada en los mezquinos planes de Leah, pero ésta parecía tener un extraño talento para llevarla al límite.
Corrine se desabrochó lentamente la chaqueta, un movimiento suave pero lleno de peligro. Dio un paso adelante, un aura escalofriante la rodeó mientras acortaba la distancia entre ellos.
Los grandes ojos de Leah parpadearon con fingida inocencia, su voz suave pero cortante.
«Corrine, era sólo una broma.»
Una fuerte bofetada interrumpió sus palabras.
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