El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 690
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Capítulo 690:
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En ese instante, sin embargo, recordó el lado de Nate que era despiadado e inflexible.
Rápidamente desvió la mirada y se volvió hacia Moisés, que estaba cerca.
Los dos intercambiaron una mirada fugaz, sus ojos se encontraron momentáneamente con un entendimiento tácito.
Hacía tiempo que creían que la audacia de Corrine provenía del respaldo de la familia Ford o quizá del apoyo de Nate.
Pero ahora parecía claro que Corrine no confiaba en los demás, sino en su propia fuerza.
«¿Por quién apuestas para ganar?» Moses hizo un gesto a Zack, indicándole que hiciera una apuesta.
Zack le lanzó una mirada de reojo.
«¿No has hecho ya tu apuesta por la señorita Holland?»
Las apuestas estaban fijadas en una a cien, lo que significaba que si Corrine salía victoriosa, Moisés ganaría cien millones.
Para Moisés y sus compañeros, esta cantidad era una nimiedad, una gota en el océano. Pero para otros, podía representar una pérdida significativa.
En ese momento, Nate habló con una certeza tranquila e inquebrantable.
«Ella ganará».
Sus palabras, sencillas pero absolutas, transmitían una sensación de confianza invencible.
Moses permaneció en silencio, sacó un cigarrillo, lo encendió y observó a las dos figuras en la pista con un brillo de expectación en los ojos.
A medida que la carrera entraba en su tercera y última vuelta, la tensión en la pista aumentaba.
Corrine empezó a presionar poco a poco, acercándose a Aimee, pero en lugar de dejar atrás a su competidora, mantuvo un ritmo constante, conservando una ventaja de sólo un cuerpo de caballo.
Esta estrategia le permitía seguir de cerca cada movimiento de su oponente.
Un caballo indomable, con su orgullo bruto y su espíritu salvaje, sólo podía controlarse mediante una presión tan sutil.
Pero las acciones de Corrine irritaron a Aimee, encendiendo un fuego en su interior.
A Aimee le pareció un desafío, una afrenta directa.
Apretando las riendas, Aimee apretó las piernas contra los costados del caballo, impulsándolo hacia delante, decidida a quitarse de encima a Corrine de una vez por todas.
Pero hiciera lo que hiciera, Corrine se aferraba a ella, permaneciendo pegada a su lado con una persistencia asombrosa.
Aimee apretó los dientes y miró con furia a Corrine.
Corrine estaba haciendo esto a propósito.
Era evidente. Podría haberse puesto por delante en cualquier momento, pero optó por mantener su ventaja con deliberada precisión.
¿Qué intentaba demostrar?
¿Era una forma sutil de humillación?
¿Corrine estaba jugando con ella?
Corrine mantuvo la compostura, su aplomo inquebrantable, como si lo tuviera todo bien atado entre las manos.
Aimee, en cambio, era todo lo contrario: su rostro tenso, su orgullo anterior evaporado en el aire.
Su agarre de las riendas era tan firme que sus nudillos se volvieron fantasmales por el esfuerzo.
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