El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 665
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Capítulo 665:
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Sus labios se curvaron en una suave sonrisa y sus ojos brillaron juguetones.
«De acuerdo.
Nate se ajustó la corbata y se recompuso antes de volverse hacia la puerta. Pero justo cuando se alejaba un paso, Corrine alargó la mano y tiró ligeramente del borde de la chaqueta de su traje. Tenía los ojos muy abiertos, casi inocentes, pero en ellos bailaba la picardía.
«¿Me besas y luego te vas? ¿No es un poco irresponsable?», preguntó con voz suave y burlona. Su tono, suave como el susurro de un arroyo, despertó algo en lo más profundo de su ser.
Los finos labios de Nate se apretaron en una línea firme mientras bajaba la mirada, atraído por el suave tirón de la esquina de su chaqueta.
Los finos dedos de Corrine aferraron la fina tela de la chaqueta negra de su traje. Un gesto tan sencillo, pero que lo desarmaba de un modo que no podía explicar.
Levantó los ojos y se encontró con los de ella.
Sus cejas arqueadas enmarcaban aquellos ojos luminosos, cuyas profundidades encerraban una tranquila inocencia difícil de definir.
Los restos de carmín en sus labios eran testigos del fervor que habían compartido hacía unos momentos. El cuello suelto de su blusa, las tenues marcas que florecían en su piel… cada detalle tejía una imagen embriagadora, que permanecía vívida en la mente de Nate.
Una sombra parpadeó en su mirada, oscureciéndose con algo primitivo. Extendió la mano y rozó con las yemas de los dedos los labios hinchados de ella, trazando lentamente los borrosos restos de color. Su nuez de Adán se balanceó al tragar y su voz se redujo a un murmullo ronco.
«Dime… ¿cómo quieres que asuma la responsabilidad?».
Los labios de Corrine se curvaron y arqueó una ceja, curvando un dedo para invitarle a acercarse.
Nate no dudó. En cuanto se inclinó hacia él, le acunó la cara entre las manos y lo besó.
A diferencia del fuego que él había encendido antes en ella, los labios de Corrine eran un susurro de suavidad, como gotas de lluvia contra la tierra reseca, suaves pero absolutamente devoradores.
El calor se enroscaba en su interior, una lenta quemadura bajo su piel, pero se mantuvo quieto, dejando que ella tomara la iniciativa.
Cuando por fin se separó, Corrine apoyó la frente en la de él, con su aliento cálido en los labios. Sus ojos brillaban divertidos y una sonrisa juguetona se dibujaba en su rostro.
«Ya está. Ahora estamos en paz».
Nate exhaló en silencio, aunque su sonrisa delataba sus pensamientos.
«No se siente incluso a mí.»
Antes de que ella pudiera protestar, él capturó sus labios una vez más. Cuando se trataba de besar, una vez nunca era suficiente.
Cuando Nate volvió a entrar en la sala de conferencias, no había pasado desapercibido un sutil cambio en su comportamiento.
Su habitual aura afilada, casi despiadada, parecía… atemperada, su expresión ilegible pero inequívocamente relajada. Los ojos más agudos se fijaron en la mancha de carmín que tenía en la barbilla. Apenas estaba allí, pero lo suficiente para suscitar murmullos.
Las especulaciones corrieron como la pólvora.
Quentin, sentado cerca, dio un codazo a Carl por debajo de la mesa, inclinando la barbilla en dirección a Nate. Siguiendo su mirada, los agudos ojos de Carl se posaron en la marca delatora. Su expresión se ensombreció ligeramente, pero no dijo nada.
Mientras tanto, Corrine salía del salón después de volver a pintarse los labios con facilidad.
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