El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 66
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Capítulo 66:
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«Lo siento mucho, damas y caballeros, pero hemos cerrado por esta noche».
Bruce frunció el ceño y su tono se ensombreció.
«¿Cerrado? Tenemos una reserva».
Rita, ya furiosa, señaló acusadoramente el interior del restaurante, donde Corrine había desaparecido momentos antes.
«¿Qué tontería es ésta? ¡Esa mujer del traje azul acaba de entrar sin problemas! ¿Pero nos dices que no podemos entrar? Esto es favoritismo descarado».
Manteniendo su sonrisa profesional, el camarero dio una noticia que provocó una feroz reacción de Rita.
«Ustedes tres están oficialmente expulsados del Restaurante Lonsong. No les serviremos más».
Rita, con la cara llena de ira, señaló con el dedo al camarero.
«¡Quiero presentar una denuncia contra ti!»
«Por supuesto», respondió el camarero, sin cambiar su expresión, acostumbrado a este tipo de enfrentamientos.
Ante la indiferencia del camarero, Rita gruñó, con los dientes apretados por la frustración. Bruce, observando la expresión tranquila del camarero, se vio impulsado a una profunda reflexión.
En la ajetreada ciudad de Lyhaton, el restaurante Lonsong destacaba entre los muchos sitios para comer. Su reputación, forjada a lo largo de más de una década bajo el cuidado de su misterioso propietario, lo hizo siempre popular.
Con esto en mente, Bruce, ocultando su irritación bajo una fachada controlada, desafió al camarero.
«No hemos violado ninguna de las políticas de su restaurante. ¿En qué se basan para ponernos en la lista negra?»
«Veros a los tres parece amargarle el humor a la mujer de nuestro dueño».
Bruce se quedó sin palabras.
Leah y Rita compartían su confusión. ¿Habían molestado de alguna manera a la mujer del dueño del restaurante? Ni siquiera conocían la identidad de la persona que estaba detrás del restaurante Lonsong.
Conteniendo su indignación, la voz de Leah se mantuvo tranquila y serena mientras preguntaba: «¿Le importaría decirnos el nombre de la mujer de su jefe?».
«¡De ninguna manera!», respondió el camarero, cerrando la puerta con fuerza.
Los tres fueron expulsados sin contemplaciones, con su orgullo visiblemente herido, especialmente el de Leah.
Para Leah, una celebridad de renombre, ser expulsada por un simple camarero era tan degradante como enloquecedor. Sin embargo, al estar siempre en el candelero, no tuvo más remedio que tragarse el insulto.
Se daban la vuelta para marcharse cuando, inesperadamente, la puerta volvió a abrirse.
El camarero sostenía un cartel que decía en negrita: «Prohibida la entrada a zorras e imbéciles».
Al instante, sus rostros se nublaron de ira, sorprendidos por el insulto descarado.
Rita, furiosa, se dispuso a enfrentarse al camarero, pero Bruce la interrumpió bruscamente: «¿Quieres que esto vaya a más? Si no puedes controlarte, vete a casa».
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