El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 652
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Capítulo 652:
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«Tienes razón.»
No había forma de deshacer lo que ya había sucedido. Era como intentar volver a meter la pasta de dientes en el tubo: totalmente inútil.
Aunque se intentara suavizar las cosas, la familia Ford sólo conseguiría verse inmersa en un escrutinio más profundo.
Era más prudente dejar que la situación se desarrollara. De este modo, Corrine podría consolidar su autoridad y servir de dura advertencia a quienes se atrevieran a codiciar la posición de la familia Ford.
El mensaje era claro. No se podía jugar con la familia Ford. Este movimiento calculado, convertir a Judie en un ejemplo, fue un golpe maestro.
Y en el momento más crucial, Carl había intervenido, asegurándose de que la dignidad de la familia Seymour permaneciera intacta. Quentin reconocería sin duda el gesto de Carl como lo que era: una muestra de buena voluntad.
Carl, siempre sereno, no mostró ninguna reacción exterior, pero el brillo de satisfacción en sus ojos no pasó desapercibido.
El abuelo y la nieta intercambiaron una mirada, una sonrisa fugaz pero cómplice.
«Por respeto a Quentin, pondremos fin a este asunto aquí», declaró Corrine, clavando su mirada en Judie. Una leve sonrisa asomó a sus labios, pero bajo ella se escondía una advertencia glacial.
«Pero si hay una próxima vez… tú mismo cargarás con las consecuencias.»
A continuación, cogió a Carl del brazo y se volvió para marcharse.
Judie se quedó clavada en su sitio, hirviendo mientras veía alejarse a Corrine. La rabia y la humillación se retorcían en su interior, hirviendo, transformándose en algo feo e incontrolable. Por fin, incapaz de contenerse, se burló con los dientes apretados.
«Corrine Holland, ¿de qué estás tan orgullosa? ¡No eres más que una intrusa! La familia Ford te crió hasta donde estás hoy. Si la familia Ford cae, ¿quién te dará una segunda mirada? ¿De verdad crees que el Sr. Hopkins se casaría contigo?»
El veneno de su voz se agudizaba con cada sílaba, su amargura se derramaba sin control. Pero no se percató del ominoso cambio en la expresión de Nate, los fragmentos de hielo en sus ojos.
«Cuando llegue el día en que te descarten, no serás más que la puta de todos…» Un agudo chasquido resonó en el aire antes de que pudiera terminar. La cabeza de Judie se inclinó hacia un lado, la fuerza de la bofetada la dejó momentáneamente aturdida.
Un leve hilo de sangre se formó en la comisura de su boca, y una huella abrasadora de su mano floreció contra su mejilla.
Karina sacudió la mano que le escocía para aliviar el entumecimiento.
«¡Nunca conocí a alguien tan desvergonzado en mi vida!»
Judie se agarró la mejilla ardiendo y sus ojos se desviaron hacia Nate, sólo para encontrarse con su mirada fría e ilegible. Era depredadora, como la de un cazador midiendo su próxima presa, y le produjo un escalofrío.
Corrine, mientras tanto, seguía tan gélida como el hielo.
«Es divertido, de verdad. Llevas esta fachada delicada, pero debajo, no eres más que podredumbre terca».
La multitud se sumió en un pesado silencio.
Los que conocían bien a Corrine comprendieron que ese era el momento en que se enfurecía de verdad. Había pocas cosas en este mundo que considerara sagradas, y la familia Ford era la primera de la lista. Y Judie acababa de escupirla delante de Carl.
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