El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 635
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Capítulo 635:
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«Hmm… déjame pensar por dónde deberíamos empezar».
Su mirada se posó en el campo de la base de la montaña, un vasto océano de flores de cosmos mecidas por la brisa.
«¡El campo de flores, empecemos por ahí!»
«De acuerdo.
El vibrante mar de flores del cosmos se extendía sin fin bajo la brillante luz del sol, con sus vivos colores estallando como el sueño más salvaje de un artista. Corrine se adentró en el campo, con los brazos extendidos, girando ligeramente mientras su larga cabellera fluía con el viento. De repente, se volvió hacia Nate, con una sonrisa radiante en el rostro.
«Nate, ¿es hermoso?»
Sus ojos se encontraron y, por un momento, el mundo pareció detenerse. Una suave luz parpadeó en la mirada de Nate.
«Sí», murmuró.
Las flores eran impresionantes, pero la mujer que tenía delante lo era aún más.
No muy lejos, Matías terminó una llamada telefónica y dudó brevemente antes de dirigirse hacia ellos.
«Señor, la reunión está a punto de comenzar». La expresión de Nate permaneció neutral mientras asentía levemente.
«¿Una reunión?» Corrine se volvió hacia él, con la curiosidad brillando en sus ojos. La luz del sol se reflejaba en su mirada, haciéndola brillar como un cielo lleno de estrellas, peligrosamente cautivadora.
Un sutil movimiento en la garganta de Nate delató sus pensamientos, y un rastro inconsciente de enamoramiento suavizó su conducta habitualmente impenetrable.
«Andrómaca ha estado interfiriendo en los asuntos de Lyhaton», dijo, su voz baja.
«Las cuatro familias principales tienen que discutir cómo manejarlo».
Corrine frunció ligeramente el ceño.
«Entonces, ¿está aquí apuntando a la familia Ford?»
«Sí y no», respondió Nate.
Sus cejas se fruncieron.
«¿Qué quieres decir?»
Nate exhaló lentamente, su mirada oscura y contemplativa.
«Para muchos, la familia Ford es un premio, algo que envidiar, algo que aprovechar. Hay quienes sueñan con ocupar su lugar o destrozarla por completo».
Mientras hablaba, sus largos y elegantes dedos trazaron la curva de su rostro, bajando lentamente hasta la barbilla. Luego, con un movimiento fluido, le levantó la cabeza y la besó profundamente.
El campo de flores, la luz dorada del sol, el suave susurro del viento… todo se desvanecía en el fondo.
A Corrine se le cortó la respiración, pero no se apartó. Lenta y vacilante, se puso de puntillas y le rodeó el cuello con los brazos, devolviéndole el beso con timidez.
Cuando por fin se separaron, sus labios permanecían ligeramente entreabiertos y sus mejillas teñidas de un sonrosado rubor. En aquel momento, eclipsaba incluso a la flor más brillante del campo.
Nate la estrechó entre sus brazos y le dio un beso en la frente. Su voz era ronca, llena de una tranquila intensidad.
«Espérame, ¿de acuerdo?» Corrine asintió, observando en silencio cómo se alejaba.
Sus palabras permanecieron en su mente, entrelazándose con sus propios pensamientos.
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