El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 628
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 628:
🍙🍙🍙🍙🍙
«He oído que te han hospitalizado hace poco», comentó con voz suave y pausada.
«Pareces estar de buen humor ahora, así que asumo que tu recuperación ha ido bien».
Por un instante, los ojos de Carl parpadearon con un brillo ilegible. Había hecho todo lo posible por mantener en secreto su hospitalización, temeroso de especulaciones innecesarias y del malestar que podría provocar en la empresa. Sólo su familia más cercana y Quentin conocían la verdad. Pero Andrómaca, que parecía saberlo todo, lo había sacado casualmente a la luz, haciendo una calculada demostración de su alcance e influencia.
«La familia Ford ha mantenido durante mucho tiempo su dominio en Lyhaton, en gran parte gracias a sus esfuerzos, señor Ford», continuó, sus palabras precisas.
«Pero el tiempo nos alcanza a todos, ¿no es así? Quizá sea el momento de plantearse dimitir y dejar que otro tome las riendas. Una decisión así sólo mejoraría tu reputación de sabiduría y previsión».
Un escalofrío se apoderó de la sala. Los asistentes más jóvenes intercambiaron miradas rápidas, con la curiosidad parpadeando en sus ojos, junto con una diversión silenciosa y tácita. Durante décadas, la familia Ford había gobernado Lyhaton, y su riqueza y poder formaban un imperio inquebrantable. Algunos los admiraban, otros los envidiaban, y unos pocos llevaban mucho tiempo esperando el día en que su reinado empezara a menguar. Andrómaca acababa de expresar lo que muchos deseaban en secreto.
«Y en su estimada opinión, señora Hopkins, ¿quién cree que es capaz de ocupar el lugar de mi abuelo?». Corrine se inclinó hacia delante, apoyando el brazo en la mesa. Sus finos dedos acariciaron el filo de un cuchillo de carne plateado, el metal frío bajo su tacto. Una lenta sonrisa curvó sus labios, pero una leve frialdad permaneció en su mirada.
Andrómaca se encontró con la mirada de Corrine, su expresión ilegible.
«Ser el más rico no es más que un título efímero», reflexiona.
«Hoy pertenece a la familia Ford. Mañana podría pertenecer a otra. ¿No te parece?»
Si sus palabras anteriores habían tenido algo de sugerencia, esta vez no dejaba lugar a la ambigüedad. Declaraba abiertamente que el título de la familia más rica de Lyhaton estaba en juego.
Corrine hizo rodar ligeramente el cuchillo entre los dedos. La hoja captó el brillo de la araña de cristal y centelleó fríamente, aunque no tanto como el brillo de sus ojos.
En ese momento, quedó dolorosamente claro por qué Andrómaca no era popular entre la mayoría de la gente. Se había ganado esa reputación ella sola.
Desde su asiento, Jules sintió que se le aceleraba el pulso y que su mente se adelantaba a las peores posibilidades. ¿Se abalanzaría Corrine sobre la mesa y clavaría el cuchillo en Andrómaca?
A su lado, Moses observaba a Corrine con interés. Bajó las pestañas, ocultando sus pensamientos, pero el aire que la rodeaba había cambiado. Había desaparecido su habitual aire de equilibrada elegancia. En su lugar, había algo afilado, casi depredador.
Por un momento, Moses se acordó de Nate.
«En Lyhaton, no estás en posición de soltar semejantes tonterías». La voz era baja, suave y helada.
Todas las cabezas se volvieron hacia la entrada.
Apareció una figura alta y dominante. Vestido con un elegante traje negro, de rasgos cincelados y aristocráticos, el hombre desprendía un aura tan poderosa que parecía alterar el aire de la sala. La tensión aumentó y el peso de su presencia se apoderó del espacio como una marea cambiante.
.
.
.