El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 610
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Capítulo 610:
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El mensaje subyacente era tan nítido como claro: la familia Hopkins no era la única en la ciudad.
«Tío Jayden…» Corrine se movió nerviosa, su voz delataba preocupación, pues temía que Jayden sugiriera cancelar el acuerdo.
Jayden vio la preocupación en sus ojos, y su tono se suavizó, aunque su mirada permaneció inquebrantable.
«Ve a ver a tu abuelo al jardín», le ordenó con suavidad, pero con firmeza.
Corrine frunció el ceño, dándose cuenta inmediatamente de que Jayden la estaba echando a propósito. Sin pensarlo, miró a Nate.
Nate la miró, con expresión tranquila y tranquilizadora. Asintió sutilmente con la cabeza, asegurándole en silencio que todo iría bien.
«Adelante», dijo en voz baja.
Corrine vaciló un instante y se levantó, decidida a abandonar la habitación. La puerta se cerró tras ella, dejando a su paso un silencio opresivo.
Jayden levantó el vaso y bebió un sorbo, con los ojos helados fijos en Nate.
«Así que», empezó, su voz goteando burla, «he oído que estás aquí para poner fin a este acuerdo matrimonial». Su mirada se detuvo en el rostro de Nate, y sus palabras cortaron el aire como una cuchilla.
«Con tu estatus, podrías elegir a cualquier mujer del Continente Independiente. Entonces, ¿por qué Corrine?»
Como Corrine no iba a romper el acuerdo ella misma, Jayden estaba más que dispuesto a tomar cartas en el asunto, presionando a Nate donde más le dolía.
Los ojos de Nate se entrecerraron ligeramente y, por un instante, las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa casi imperceptible.
«Es verdad», dijo, con tono firme.
«Hay innumerables mujeres en el mundo. ¿Pero Corrine? Ella es única. Irremplazable. Única. No hay nadie como ella».
En los asuntos del corazón, la lógica a menudo no tenía cabida.
Nate había creído una vez que el amor era innecesario, algo de lo que nunca podría ser presa. Pero la vida le había demostrado lo contrario.
No sabía de dónde le venía, pero se enamoró de Corrine sin motivo.
La mirada de Jayden se detuvo en Nate, sus labios apenas se movían, como si el peso de las palabras no pronunciadas lo oprimiera. Había innumerables cosas que Jayden quería decir, pero los ojos gélidos e ilegibles de Nate lo retenían en su sitio. Las palabras parecían escapársele, tragadas por la frialdad del momento.
En el lapso de un latido, la expresión de Jayden cambió, una cascada de emociones cruzó su rostro: duda, frustración y algo más profundo. Después de lo que pareció una eternidad, Jayden recobró la compostura, con voz firme pero decidida.
«Sr. Hopkins, debe ser consciente de la posición única y peligrosa que ocupa. Está jugando con fuego, y al hacerlo, está arrastrando a Corrine a las llamas. Ella no es sólo su responsabilidad; ¡usted está poniendo en peligro su vida al insistir en quedarse con ella!»
Sus palabras no eran una simple advertencia, sino que llevaban el peso de una arraigada desconfianza. La familia Ford siempre había visto a Nate con recelo y, desde el principio, se habían negado a reconocer el acuerdo matrimonial entre él y Corrine.
Cuando se supo que Nate tenía intención de romper, Jayden y Carl exhalaron un silencioso alivio. Pensaron que sería el fin. Pero nadie había previsto que Nate perseguiría en secreto a Corrine, seduciéndola hasta enamorarla por completo.
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