El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 609
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Capítulo 609:
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Por mucho que intentara razonar con ella, Jayden no podía deshacerse de la persistente sensación de que su preciosa sobrina estaba siendo arrastrada por alguien indigno de ella.
Sus ojos se entrecerraron aún más cuando se fijaron en Nate, la tensión entre los dos hombres era densa y sofocante.
Nate miró a Jayden sin un ápice de inquietud, sin alterar su serena conducta, como si nada en el mundo pudiera perturbarlo.
La tensión en la sala era palpable. Justo cuando el aire parecía a punto de resquebrajarse con la fuerza de sus palabras no dichas, la voz de Corrine rompió el silencio, tranquila y serena.
«Tío Jayden, ¿quieres un poco de agua?»
«¿Por qué perder el tiempo con agua?» ladró Jayden, con los ojos entrecerrados al ver a Corrine defender a Nate, protegiéndolo casi. Su voz era afilada como una cuchilla, y cada palabra estaba impregnada de frustración, mientras le arrebataba el vaso de la mano.
«Lo has vuelto a hacer, ¡me has empujado demasiado lejos!».
Los ojos de Corrine bailaban con una travesura juguetona, un destello de diversión tras su expresión tranquila.
«No deberías alterarte tanto», se burló.
«¿Qué tal si te pelo una naranja para compensarte?». Su sonrisa, amplia y despreocupada, despertó algo en Jayden: un recuerdo suave y fugaz de Kiley. Sin previo aviso, lo invadió una oleada de ternura.
Exhaló profundamente, su frustración comenzaba a disolverse. Estaba claro que había decidido dejar la discusión con Corrine por el momento.
Pero entonces…
Sus ojos se desviaron, fijándose en Nate.
«Señor Hopkins», dijo Jayden, con voz helada, como si pudiera congelar el aire entre ellos.
«Sé lo de la ficha que has guardado. Pero no asumas que es la clave de todo. ¿Y si insisto en desaprobar vuestra relación?».
«Tío Jayden…» La voz de Corrine temblaba, su inquietud se colaba, una grieta silenciosa en su compostura habitual.
Jayden levantó una mano, haciéndola callar, antes de asentir hacia Nate, indicándole que hablara por sí mismo.
Nate permaneció sentado, con una postura relajada pero dominante. Tenía una pierna cruzada sobre la otra y las manos apoyadas en las rodillas, exudando una calma casi opresiva. Su presencia parecía llenar la habitación, agobiándola con una presión invisible.
Al oír las palabras de Jayden, Nate lo miró con deliberada lentitud. Sus ojos eran como las profundidades de un océano tormentoso: oscuros, intensos e impenetrables. Tenían un peso, una profundidad inquietante, como si ocultaran más de lo que revelaban.
«¿Cuál es tu razón?» preguntó Nate, con voz tranquila pero cortante, como si desafiara a Jayden a ofrecer una respuesta justificable.
Los ojos de Jayden se entrecerraron, un destello de inquietud atravesó momentáneamente su habitual compostura de acero. Incluso con todo su poder, enfrentarse a Nate era como enfrentarse a un gigante, a un oponente que exigía una reverencia silenciosa.
No era miedo, sino un reconocimiento profundo e instintivo de alguien que era algo más que un rival.
Tras una larga pausa, la voz de Jayden se suavizó, ahora sus palabras eran más lentas.
«La posición de mi familia es lo suficientemente fuerte como para que, incluso sin este matrimonio, podamos asegurar que todas las necesidades de Corrine estén cubiertas. No estamos desesperados, Sr. Hopkins».
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