El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 598
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 598:
🍙🍙🍙🍙🍙
En el elegante sofá de cuero negro, una mujer de unos cuarenta años estaba sentada con aire de mando. Su espesa melena ondulada caía en cascada sobre su hombro izquierdo como una ola que rompiera suavemente contra la orilla. Su atuendo blanco se ceñía con gracia a su figura, resaltando una figura a la vez seductora y digna. Se recostó perezosamente en el reposabrazos del sofá, y su presencia desprendía una elegancia casi magnética. Cada movimiento suyo -cada mirada, cada gesto- estaba impregnado de una sofisticación innata, como si hubiera nacido para llamar la atención y atraer las miradas de todo el mundo.
En cierto modo, parecía un regio gato persa: elegante, digno, distante e innegablemente cautivador.
Cuando Corrine entró en la habitación, Nate ya le había informado de que la mujer que tenía delante era su tía, Andrómaca Hopkins. Al ver a Corrine, Andrómaca alzó ligeramente las cejas y una sutil sonrisa de complicidad curvó sus labios.
Conocía bien a su sobrino: Nate siempre había sido indiferente a los encantos de las mujeres. Por eso, la presencia de una mujer a su lado era una especie de anomalía. No era de extrañar que Christos hablara de ella como si fuera una revelación inesperada.
Los ojos de Andrómaca recorrieron rápidamente a Corrine, evaluándola con precisión. Su mirada se detuvo momentáneamente en el anillo que adornaba el dedo de Corrine, y un tenue destello helado brilló en sus ojos. Luego, con una sonrisa que parecía encerrar su propio misterio, preguntó con voz suave y pausada: «Nate, ¿quién es?».
Corrine miró la taza que tenía en las manos y sintió una extraña opresión en el pecho. Se preguntó cómo la presentaría Nate a su tía.
«Es mi prometida». La voz de Nate, firme e inquebrantable, llenó la habitación.
Las palabras golpearon a Corrine como un trueno, sacudiendo sus sentidos. Durante una fracción de segundo, su mente se quedó en blanco y sus oídos zumbaron por la fuerza de la declaración. Su corazón se aceleró, saltando un latido mientras sus pensamientos se descontrolaban.
Corrine luchó por contener el temblor de su mano mientras bebía un sorbo de su taza, tratando de ocultar el remolino de emociones que llevaba dentro. No pudo resistirse a echar una rápida mirada a Nate, sentado a su lado, con expresión indescifrable.
La sonrisa de Andrómaca se acentuó, y en sus ojos brilló una pizca de diversión al procesar las palabras de Nate. Cambió de postura, dejándose caer el pelo sobre los hombros, y volvió a mirar a Corrine antes de volver la vista hacia Nate.
«¿Hablas en serio?», preguntó con voz desafiante.
«Por supuesto», respondió Nate con firmeza.
Para reafirmar su certeza, se acercó a Corrine y le estrechó la mano.
La sonrisa de Andrómaca se ensanchó aún más, una oscuridad cómplice parpadeando tras su mirada mientras estudiaba a Nate, pero Nate permaneció tranquilo, sorbiendo su café, con el rostro tan inescrutable como siempre.
Tras un largo silencio, Andrómaca vuelve a centrar su atención en Corrine.
«Mírame, hablando tanto y olvidándome de presentarme», dijo, ahora con voz más suave.
Se detuvo un instante, como si considerara el peso de sus palabras.
«Soy Andrómaca Hopkins, la tía de Nate.»
«Encantada de conocerte», responde Corrine con suavidad y tono sereno.
«Soy Corrine Holland.»
Con desenfado, Andrómaca sacó un cigarrillo delgado del paquete que llevaba en el bolso, lo encendió con facilidad y le dio una lenta calada. Mientras el humo salía de sus labios como una rebelión silenciosa, su voz flotaba en el aire, suave y pausada.
.
.
.