El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 566
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Capítulo 566:
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Sus largas pestañas se entrelazaban, húmedas de lágrimas, y sus ojos brillaban de emoción. Un dolor agudo se enroscó en el pecho de Nate, apretándole el corazón como un puño invisible.
Le apartó los mechones de pelo húmedo que se le pegaban a la cara, rozándole la mejilla con las yemas de los dedos mientras le secaba las lágrimas persistentes.
«¿Qué ha pasado?» Su voz era baja, suave.
Corrine tragó saliva y su voz apenas superó el susurro.
«Tuve una pesadilla».
Nate la agarró con más fuerza. Le dio un beso en la sien, con los labios calientes sobre su piel.
«Dímelo».
Por un momento vaciló, como si pronunciar esas palabras pudiera hacerlas realidad. Entonces, se inclinó hacia él y su aliento le rozó el pecho.
«Soñé que ya no me querías».
Una oscuridad fría y solitaria se la había tragado entera en aquel sueño. Lo único que sentía era el vacío de sentirse abandonada.
La expresión de Nate se ensombreció, su agarre sobre ella inquebrantable.
«Eso nunca sucederá».
Su voz era firme, inquebrantable. Le acarició la mejilla y le rozó la mandíbula con el pulgar.
«Eso nunca sucederá».
Ella exhaló suavemente cuando él tiró de ella hacia la cama, acunándola contra sí. Su mano se movía lenta y rítmicamente a lo largo de su hombro, una silenciosa confirmación de que él estaba allí, de que ella estaba a salvo.
Corrine se movió ligeramente y sus dedos trazaron patrones ociosos en el pecho de él.
«Nate… hablemos un rato».
Una leve sonrisa jugueteaba en sus labios, el cansancio parpadeaba en sus ojos, pero la complació sin vacilar.
«¿De qué quieres hablar?»
Dudó, sus pensamientos iban a la deriva.
«Cualquier cosa.»
El silencio se extendió entre ellos, cómodo, sin prisas. Entonces se oyó la voz de Nate, más grave ahora, con un ribete ilegible.
«¿Has finalizado tu agenda para el viaje al Continente Independiente?»
El áspero timbre de su voz le produjo un inesperado escalofrío.
«Creo que esperaré hasta después del juicio, dentro de dos semanas», dijo, con la incertidumbre reflejada en su rostro.
Corrine estaba preocupada por Jolene.
Jolene era imprevisible. Nunca le importaba cómo la percibía la gente, ni sentía la necesidad de dar explicaciones cuando surgían malentendidos.
Nate la estudió detenidamente.
«Una vez que decidas una fecha, házmelo saber».
Asintió con la cabeza y exhaló lentamente, con voz pensativa.
«¿Crees que me tratarán como a un extraño cuando vaya al Continente Independiente?»
Se rumoreaba que los forasteros estaban prohibidos.
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