El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 559
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Capítulo 559:
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«¿Qué?»
La voz urgente de Jayden se disparó a través de la línea.
«Papá colapsó de la nada. No puedo salir. Tienes que ir al hospital ahora».
Waldo se puso rígido y se le aceleró el pulso.
«¿Qué? ¿Cómo ha pasado esto?»
«Es demasiado complicado de explicar. ¡Sólo ven aquí!»
«Voy para allá.»
Terminó la llamada y ya se estaba moviendo. Cogió su camisa y se la puso a toda prisa, luego se volvió hacia la cama. Jolene estaba tumbada, observándole con perezosa curiosidad.
«Espérame», dijo, antes de desaparecer por la puerta.
En el hospital, el aire olía a antiséptico y a tensión.
Waldo vio a Corrine sentada en un banco del pasillo, con la cabeza inclinada, el pelo cayéndole como una cortina sobre la cara mientras se agarraba al borde del asiento. Le temblaban las manos y tenía los nudillos blancos.
A pesar de su compostura habitual, apenas podía mantener la compostura.
«Corrine», murmuró Waldo al acercarse.
Levantó la cabeza bruscamente, con la voz tensa.
«Tío Waldo».
Dio un paso adelante y la abrazó en silencio, pasándole los dedos por el pelo en un gesto tranquilizador.
«¿Cómo está?»
«Todavía en emergencia», respondió ella, con voz vacilante.
«Los médicos dicen que fue un derrame cerebral, causado por un repentino aumento de la presión arterial. El personal de la casa lo trajo a tiempo, pero si no…»
Waldo exhaló y sus hombros se relajaron.
«Mientras todo esté bien. ¿Sabes lo que pasó?»
Carl siempre había gozado de excelente salud. Un repentino aumento de la presión arterial no tenía sentido. Algo no encajaba.
La mirada de Corrine se ensombreció y su tono se tornó frío.
«Dijeron que el abuelo recibió una llamada del encargado del cementerio esta tarde. Descubrieron que las cenizas de mi madre habían sido robadas».
La expresión de Waldo se endureció, una furia aguda atravesó su compostura.
«¿Quién haría algo así?»
Una tumba debía ser sagrada, un lugar de descanso eterno. Sin embargo, alguien había violado esa paz, forzado la lápida y robado las cenizas. ¿Qué clase de odio llevaba a una persona a cometer un acto tan vil?
«Todavía se está investigando», dijo Corrine con calma.
La conversación se interrumpió cuando se abrieron las puertas del quirófano. El médico de guardia salió.
Corrine y Waldo avanzaron inmediatamente.
«¿Cómo está mi padre?» Preguntó Waldo.
«¿Cómo está mi abuelo?» añadió Corrine.
El médico se quitó la máscara, mostrando unos rasgos afilados y unos ojos claros y concentrados. A Waldo se le cortó la respiración, y el reconocimiento apareció en su rostro. Se le aceleró el pulso.
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