El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 553
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Capítulo 553:
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«¿Qué te dijo?» La voz de Corrine era firme, pero había un borde en ella.
No necesitó aclarar a quién se refería, pero Natasha lo entendió.
«La familia Holland me ofreció una compensación -dinero y un apartamento- si retiraba la demanda y dejaba en libertad a Clarissa», dijo, curvando los labios en una leve sonrisa.
Los ojos de Corrine se oscurecieron y su expresión se tensó.
«¿Estabas de acuerdo?»
«No. Natasha dejó la respuesta en el aire antes de añadir,
«Como ayudante de confianza de la heredera de la familia Ford, esas ofrendas triviales no me interesan».
Una pequeña sonrisa de aprobación se dibuja en los labios de Corrine.
«Es una pena que no podamos ver cómo Clarissa y Leah se destrozan mutuamente», reflexionó Natasha.
Corrine se volvió hacia la ventana, su mirada distante pero aguda.
«No es una vergüenza», dijo, con voz tranquila pero calculadora.
«Clarissa no tomará esta pérdida en silencio. Pero antes de que se mueva, tenemos que asegurarnos de que el fuego ya está encendido».
Una hora más tarde, un post se hizo viral en Internet.
En él aparecía una pareja de mediana edad que llevaba cinco años protestando en silencio frente al instituto Pinetree, desafiando el sol abrasador, el frío intenso y la lluvia incesante. La atención pública se apoderó del puesto.
Entonces, un informante dio un paso al frente para revelar la historia que había detrás.
Hace cinco años, una estudiante de último curso del instituto Pinetree se precipitó al vacío. En aquel momento, se culpó de la tragedia a la presión académica: una joven aplastada bajo el peso de las expectativas.
Pero sus padres nunca creyeron esa explicación. Mientras rebuscaban entre sus pertenencias, encontraron una nota de suicidio.
La verdad que siguió fue desgarradora. La policía descubrió que la habían acosado sin descanso durante un año.
Había pedido ayuda a sus profesores, pero no la habían tenido en cuenta y habían considerado su sufrimiento como una crueldad infantil, nada grave.
Esa indiferencia había dado rienda suelta a los torturadores. Los abusos aumentaron.
Y cuando no pudo más, acabó con su vida.
Incluso después de que la verdad saliera a la luz, la escuela se negó a asumir su responsabilidad.
Culparon a una sola alumna, considerada una alborotadora, y la expulsaron, lavándose convenientemente las manos.
Los verdaderos autores salieron libres. Una vida joven, llena de promesas, quedó congelada para siempre a los diecisiete años.
La expresión de Leah se ensombreció mientras se desplazaba por el mensaje y agarraba con fuerza el teléfono.
Entonces, su pantalla se iluminó con una llamada entrante. Jocelynn.
Pasó el dedo para contestar.
«Leah, ¿has visto el trending post?»
«Lo he hecho», dijo Leah con frialdad, con un brillo peligroso parpadeando en sus ojos.
«¿Qué demonios está pasando?» La voz de Jocelynn vaciló.
«¿Esto no estaba enterrado hace años? ¿Por qué resurge de repente?»
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