El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 550
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 550:
🍙🍙🍙🍙🍙
El brazo de Nate rodeaba la cintura de Corrine, con un agarre firme pero posesivo. El aroma fresco y amaderado de su colonia la envolvió, atormentando sus sentidos mientras inhalaba profundamente. Los latidos de su corazón se aceleraron, una respuesta traicionera a su cercanía.
Cada contorno de los tonificados músculos de Nate la presionaba, su cuerpo se hundía en su piel. La conciencia de su proximidad la hizo tensarse involuntariamente.
A Nate se le escapó una risita, con la voz entrecortada por la diversión.
«Anoche te atreviste a tomarme el pelo. ¿Y ahora qué? ¿Perdiste los nervios ahora?»
Cualquiera con una pizca de sentido común sabía que había límites, especialmente en ciertos momentos. Todavía estaba con la regla.
Al pensarlo, Corrine inclinó ligeramente la barbilla, con un encanto natural en el arco de sus delicadas cejas. Sus suaves labios rozaron la barbilla de él mientras murmuraba, con voz teñida de picardía: «Sólo me preocupa que no puedas dormir esta noche… ardiendo de deseo».
Sus finos dedos recorrieron su pecho, desabrocharon los botones de la camisa y se deslizaron bajo la tela. Le ardía la piel.
«Eres tan cálido…»
La mirada de Nate se ensombreció cuando agarró su mano, firme pero controlada.
«Estás aprovechando tu situación para tomarme el pelo, ¿verdad?». Su voz, ronca e inestable, le arrancó una sonrisa encantadora.
«Sólo quiero ayudarle a refrescarse, señor…», susurró ella, inclinándose hacia él, con su aliento cálido sobre su piel y cada sílaba impregnada de tentación. Los penetrantes ojos de Nate se clavaron en los suyos, con un peligroso destello parpadeando en sus profundidades.
«Creo que necesitas que te recuerden cuál es tu lugar».
Su mano se enredó en su pelo, tirando de ella más cerca antes de reclamar sus labios en un beso feroz y posesivo.
Corrine apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que él la abrazara, sin dejar espacio entre ellos. Su tacto era dominante, inquebrantable, como si tendiera una red ineludible a su alrededor.
Ella percibió la cruda intensidad de su mirada y sintió que se le retorcía el estómago. Un destello de arrepentimiento pasó por sus ojos. Lamentó haberse disparado en el pie.
Al notar su vacilación, los dedos de Nate rozaron su columna, tranquilizándola en silencio.
El tiempo se difuminó. Ella no supo cuánto tiempo permanecieron así antes de que él finalmente enterrara la cara en el pliegue de su cuello, inhalando profundamente. Cuando habló, lo hizo en voz deliberadamente baja, con un toque de contención.
«Sólo te atreves a burlarte de mí porque crees que estás a salvo. La próxima vez, no te dejaré escapar tan fácilmente».
Giró sobre su espalda y la atrajo hacia sí, pasándole el brazo por la cintura. Le puso la palma de la mano en el abdomen y el calor se filtró a través de la tela del camisón mientras masajeaba el lugar en círculos lentos y relajantes.
Corrine sintió el calor de su tacto, una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios, suave e involuntaria.
Este hombre… Él tenía una manera de hacer que su culpa se enconara por las cosas más pequeñas.
Su paciencia. Sus compromisos. Su indulgencia. Cada acto de ternura iba minando sus defensas, atrayéndola hacia sí, deshaciéndola poco a poco. Exhaló, levantó la barbilla y le dio un suave beso en los labios.
«Buenas noches.»
.
.
.