El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 528
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Capítulo 528:
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Matías no lo dudó.
«Es la familia Ashton.»
Los ojos de Nate se oscurecieron y un destello frío brilló bajo sus pestañas.
«¿Estás seguro?»
«Por supuesto», confirmó Matías.
«Están tras la grabación que tiene Holland. ¿Mi suposición? Montaron el accidente para destruirla. Pero las cosas no salieron según lo planeado».
La situación se había descontrolado, más de lo que los Ashton pretendían.
Tras una breve pausa, Matías habló con cuidado.
«Sr. Hopkins, ¿deberíamos enviarles una advertencia?»
«Fueron a por mi mujer», dijo Nate, con un tono afilado como el acero.
«No pueden librarse de esto».
Sus dedos se cerraron en un puño, su expresión ilegible.
«Ya que les gustan los accidentes, veamos cómo manejan uno de los suyos».
«Entendido, Sr. Hopkins.»
Al terminar la llamada, Nate se dio la vuelta y volvió a entrar en la sala.
Corrine yacía acurrucada en la cama, con los dedos desplazándose despreocupadamente por los mensajes de WhatsApp.
En el chat del grupo, Karina había publicado: «Partiremos pasado mañana a las nueve en punto. No lleguéis tarde». Jolene respondió: «¡Entendido!». Natasha añadió: «Entendido».
En la parte inferior aparecía el mensaje de la propia Corrine.
«Entendido.»
Justo entonces, una sombra cayó sobre su pantalla.
Corrine levantó la vista y se encontró con la mirada profunda e ilegible de Nate.
«¿Te diriges a Pinetree City?» preguntó Nate, con voz tranquila pero llena de curiosidad.
Corrine asintió y se movió, acomodándose más cómodamente contra su pecho.
«Sólo estoy recogiendo a alguien. Volveré antes de que te des cuenta».
Nate se tumbó a su lado, con el brazo apretándola contra él mientras le daba un beso en la frente.
«¿Quieres que envíe a alguien contigo?»
«No hace falta». Corrine frunció los labios y le dio un ligero golpecito en la barbilla con la punta del dedo.
«Y no te metas con la familia Ashton.»
Nate le cogió la mano, con un agarre firme pero suave.
«Dame una razón». Su mirada era profunda, casi abisal, como si la desafiara a mentir.
Corrine bajó los ojos, evitando su mirada.
«Es que no quiero que te veas envuelta en algo tan turbio», murmuró, con voz deliberadamente indiferente.
La situación no era difícil de descifrar. Un accidente de coche convenientemente sincronizado. Un teléfono convenientemente destruido. Cualquiera con sentido común podría decir que la familia Ashton estaba detrás de esto.
Nate la estudió en silencio, con expresión ilegible, pero cuando por fin habló, su voz era más tranquila, teñida de resignación.
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