El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 511
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 511:
🍙🍙🍙🍙🍙
Corrine no albergaba más que una fría indiferencia hacia su hermanastra Clarissa, negándose a participar en cualquier atisbo de reunión familiar.
Hacía tiempo que la familia Holland había perdido importancia en su vida, convirtiéndose en meras sombras de un pasado que prefería olvidar.
Aparentemente ciega ante el frígido comportamiento de Corrine, Clarissa se adelantó con una sonrisa radiante, intentando salvar la distancia que las separaba con un brazo extendido.
Corrine ejecutó un sutil paso lateral, evitando el contacto mientras mantenía una fachada de movimiento casual.
Impertérrita ante el rechazo, la voz de Clarissa flotó en el aire como una cálida brisa de verano.
«¿Has estado bien todos estos años?»
Ante el silencio, prosigue.
«Papá ha estado muy preocupado por ti. Podrías volver a casa con nosotros. No importa la distancia entre nosotros, siempre seremos familia, ¿verdad?»
Corrine se sacudió las gotas de agua de las manos y miró a Clarissa con una sonrisa afilada y burlona.
«Clarissa, estamos solos aquí. ¿Por qué mantener esta farsa?»
Su expresión tenía un inconfundible trasfondo de desdén.
Algunas personas reconocieron al instante de conocerse que seguirían enfrentadas para siempre.
Para Corrine, Clarissa encarnaba perfectamente esta verdad.
Su discordia era demasiado profunda para la reconciliación, por lo que la coexistencia pacífica bajo un mismo techo era un sueño imposible.
La sonrisa inquebrantable de Clarissa se mantuvo mientras evaluaba a Corrine.
«Te has puesto aún más guapa», observó, y su sonrisa se hizo más profunda con calculada precisión.
«No me extraña que hayas atraído a un novio tan impresionante».
Corrine frunció el ceño ante el comentario mordaz.
El patrón se había repetido tantas veces que su comienzo se había desdibujado, dejando a su paso sólo un entumecimiento familiar.
Su condición de mestizos explicaba sus preferencias divergentes, pero el pasado pintaba un panorama más oscuro.
Hace años, cuando su padre Dewey regresó del extranjero, trajo un juego de construcción de edición limitada y el juguete favorito de Clarissa: una muñeca Barbie.
Como hermana menor, Clarissa siempre reclamaba la primera opción.
Corrine había observado impotente cómo Clarissa reclamaba el juego de construcción que ella codiciaba en secreto, para luego extender una invitación vacía a compartirlo.
La furiosa marcha de Corrine se había ganado la dura reprimenda de su padre.
La apropiación de Clarissa no terminó con los juguetes.
Reclamaba sistemáticamente todo lo que Corrine valoraba -ropa deseada, nuevas amistades- mientras mantenía un aire de encanto inocente que enmascaraba sus acciones.
Por amarga experiencia, Corrine aprendió a enmascarar sus deseos con una indiferencia practicada.
Ahora, al oír las palabras de Clarissa, los ojos de Corrine se entrecerraron peligrosamente, apareciendo en ellos un destello glacial.
.
.
.