El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 491
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Capítulo 491:
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«¿Esta zona está preparada para la demolición?», preguntó en voz baja.
La directora exhaló lentamente y un destello de preocupación ensombreció sus facciones.
«Sí. Nos concedieron décadas de derechos de uso, pero ahora los promotores alegan que infringimos las normas de construcción. Están presionando para la demolición. Si lo consiguen… ¿qué será de estos niños?».
Corrine siguió la mirada de la mujer hacia una de las ventanas del orfanato. Un niño pequeño se asomaba, con los ojos muy abiertos por la curiosidad y la cautelosa vacilación de alguien que no está acostumbrado a los extraños. La pregunta silenciosa de aquellos ojos caló más hondo de lo que podrían hacerlo las palabras.
Entonces, la voz de Leah atravesó el momento.
«¿Qué tan difícil puede ser? Si este lugar no se puede salvar, siempre se puede encontrar otra ubicación».
El silencio cayó como una losa. El grupo se detuvo y sus ojos se volvieron hacia ella.
A Leah se le retorció el estómago. ¿Había dicho algo malo?
Corrine se volvió hacia ella, con una mirada divertida, pero bajo ella se escondía algo más agudo.
Leah no tenía ni idea de lo tonta que sonaba.
Si el traslado fuera tan sencillo, el director no estaría tan angustiado.
Encontrar el terreno era sólo el primer obstáculo. Conseguir la aprobación del gobierno, reunir fondos, reconstruir desde cero… cada paso era un reto monumental.
El peso de aquellos obstáculos era asfixiante, pero Leah hablaba como si pudieran simplemente hacer las maletas y mudarse de la noche a la mañana.
«Sra. Archer, ¿he dicho algo malo?» Leah preguntó con cautela, en busca de consuelo.
La sonrisa de Meg era débil, ilegible.
«Nada de nada.»
Leah exhaló aliviada, extrañada por la fugaz indiferencia en la expresión de Meg.
El director les hizo un gesto para que le siguieran y, mientras entraban, Corrine lo observó todo.
Pasaron junto a una pared adornada con fotografías y los pasos de Corrine se ralentizaron.
Una de las viejas fotografías llamó la atención de Corrine. Entre los rostros descoloridos, una figura destacaba inconfundiblemente: Jolene.
No había necesidad de una segunda mirada. La presencia de Jolene era como una estrella resplandeciente en una constelación apagada, imposible de ignorar.
Sin pensárselo dos veces, Corrine sacó su teléfono y sacó una foto con los dedos. Un par de toques más tarde, la imagen ya estaba en camino a su chat de grupo.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios antes de acelerar el paso para reunirse con Meg y Chelsea.
Leah, rezagada, ralentizó aún más sus pasos al llegar al mismo lugar donde Corrine acababa de pararse. En el momento en que sus ojos se fijaron en la fotografía, le tembló el pulso.
Una inhalación aguda. Sus ojos se abrieron de par en par. Una sacudida de asombro la recorrió. ¿Por qué estaba aquí la foto de Jolene?
Sus pensamientos se agitaron, sacando a relucir un recuerdo reciente: el restaurante donde había visto a Jolene cenando con Corrine. Luego, antes, en el barco, Corrine había reconocido inmediatamente a Jocelynn y había mencionado casualmente que compartían el mismo alma mater: el instituto de Pinetree.
Una terrible posibilidad se deslizó en la mente de Leah como una sombra que se arrastra bajo una puerta cerrada. ¿Lo sabía ya Corrine?
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