El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 49
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Capítulo 49:
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Bruce se quedó helado, viendo cómo se alejaba, con las manos cerradas en un puño y el cuerpo tembloroso por la tensión. Su corazón se desplomó, como si algo irreemplazable se le hubiera escapado de las manos.
Al difundirse la noticia de la repentina dimisión de Corrine, el caos se extendió por los pasillos. Algunos susurraban con alegría, mientras que otros murmuraban preocupados por el futuro de la empresa.
Pero Corrine, el centro de todo, no sentía nada. Una vez que había tomado la decisión de romper sus lazos con Bruce, el destino del Grupo Ashton no tenía ninguna influencia sobre ella.
Dentro de su despacho, recogió sus cosas con gran eficacia. En ese momento, la puerta se abrió y Bruce entró.
«Corrine, ¿podemos hablar?»
«No hay nada más que decir». La voz de Corrine era gélida, carente de calidez, su tono seco y serio.
«Míralo bien. No quiero ninguna de estas cosas, así que ni se te ocurra usarlas como excusa más tarde».
Entre los objetos que desechaba había una de las pocas fotografías de ellos juntos. En la imagen, Bruce lucía una sonrisa radiante, mientras que la mirada de Corrine estaba llena de calidez y afecto hacia él.
Fue tomada el día que recibieron su primera inversión: Bruce la había arrastrado al marco y ella la había apreciado desde entonces. Pero ahora la tiraba a un lado como si no tuviera más valor que un recibo viejo.
Su gran marcha no era un farol. Era una declaración firme de que, a partir de ese momento, cortaría todos los lazos con él.
«Espero que el Grupo Ashton prospere». Su voz era firme, casi sin emoción, mientras dejaba esas últimas palabras suspendidas en el aire antes de darse la vuelta para marcharse.
Al pasar junto a él, la mano de Bruce salió disparada, agarrando su muñeca con un apretón desesperado. Su voz, ronca y cruda, apenas escapó de sus labios.
«Corrine, por favor no te vayas.»
«¿Debería quedarme para ver cómo Leah y tú me erizáis la piel?». Corrine se burló, sus ojos se entrecerraron mientras fijaba su mirada en Bruce.
«El hecho de que no haya vomitado sólo de mirarte a la cara es el mayor respeto que puedo ofrecerte».
«Bruce», la voz de Leah resonó desde fuera.
«Mira, tu verdadero amor está aquí», dijo Corrine, curvando los labios en una sonrisa burlona mientras le clavaba los ojos.
«¿Estás seguro de que no quieres…?»
Sin dudarlo, Bruce le soltó la mano.
Los labios de Corrine se torcieron en una sonrisa sarcástica mientras giraba sobre sus talones y salía sin pensárselo dos veces.
En el momento en que Bruce la había abandonado en la boda, Corrine se había dado cuenta de que, por mucho que lo intentara, nunca podría ocupar el lugar de Leah en su corazón.
En ese momento, su corazón se había hecho añicos.
Pero algunos dolores sólo debían sentirse una vez. No había necesidad de seguir reabriendo viejas heridas por los errores de Bruce.
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