El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 478
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 478:
🍙🍙🍙🍙🍙
Mientras tanto, en el interior de la habitación, Rita yacía tendida en el suelo, con el cuerpo hecho un lamentable amasijo de magulladuras y ropa desgarrada. Había quedado reducida a algo apenas humano.
Si no fuera por el odio hirviente que ardía en su interior -la rabia inquebrantable dirigida a Corrine-, ya habría sucumbido al dolor.
La puerta estaba ahora abierta de par en par, exponiendo la retorcida escena a la multitud.
Haciendo acopio de sus últimas fuerzas, Rita empujó al hombre que tenía encima con un grito ahogado.
«¡Corrine! ¡Te voy a matar! ¡Lo juro, te mataré!»
Sus gritos agudos rompieron la inquietante quietud de la sala.
Todas las miradas se dirigieron hacia Corrine.
Todo el cuerpo de Bruce irradiaba furia cuando se volvió hacia ella, con los ojos centelleantes como una tormenta a punto de estallar.
«Corrine, ¿qué demonios está pasando aquí?»
Antes de que Corrine pudiera responder, Rita, temblorosa y con los ojos muy abiertos, se arrastró hacia delante, agarrándose desesperadamente a la pierna de Bruce.
«¡Es todo obra suya! ¡Esa vil mujer me tendió una trampa! Me engañó para que viniera aquí anoche, me encerró en esa habitación y dejó que esos hombres…»
Su respiración se entrecortó en un sollozo ahogado.
«¡Ella quería arruinarme, deshonrar a nuestra familia! ¡Bruce, tienes que hacer algo! Si no lo haces… ¡No puedo vivir con esto!»
Luego, sin previo aviso, se lanzó hacia la pared.
Afortunadamente, la rápida reacción del público detuvo el desesperado intento de Rita.
Sus sollozos desgarradores resonaron en el pasillo, reverberando en las paredes y atravesando los corazones de todos los testigos presentes.
Los espectadores clavaron en Corrine una mirada glacial, con una hostilidad colectiva capaz de atravesar el acero.
Sin embargo, mantuvo la compostura, con voz firme y mesurada.
«Me has acusado de inculparte, pero ¿dónde están tus pruebas?».
El llanto de Rita se calmó momentáneamente al sentir el peso de aquellas palabras.
Su mirada vacía se posó en la inquebrantable figura de Corrine, y una comprensión devastadora la inundó.
Ella misma había desactivado el sistema de vigilancia antes, y sin esas imágenes, sus acusaciones contra Corrine no tenían fundamento.
Leah aprovechó el momento para lanzar su ataque.
«¡Señorita Holland, su constante ataque a Rita ha cruzado una línea imperdonable esta vez!»
Su motivo subyacente cristalizó: pretendía utilizar este incidente para orquestar la caída de Corrine, lo que podría llevarla a la cárcel.
«Dirige tus quejas hacia mí si es necesario, pero ¿por qué apuntar a Rita?». Leah continuó, con la voz temblorosa por la indignación fabricada.
«Es tan joven, y has empleado una crueldad tan calculada para destruir su reputación. ¿No es esto un intento deliberado de arruinar su vida?»
Sus incendiarias palabras encendieron la furia de la multitud.
Los susurros se convirtieron en gritos cuando las acusaciones volaron por el aire.
«¡El infierno no tiene más furia que una mujer despreciada!»
«¡Cuanto más bella es una mujer, más venenoso es su golpe!»
«¡El Sr. Ashton debe estar maldito por tener que cargar con semejante alborotador!»
.
.
.