El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 474
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Capítulo 474:
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La expresión hizo que a Leah le recorriera un escalofrío por la espalda, lo que la hizo soltarse instintivamente y dar un paso atrás. Pero Corrine la agarró de la muñeca y se inclinó hacia ella para susurrarle: «Señorita Burgess, la verdadera actuación no ha hecho más que empezar».
Los espectadores, que habían presenciado la intrusión de Bruce, esperaban con la respiración contenida lo que iba a ocurrir.
Dentro, Bruce encontró a Nate tumbado en la cama con calculada despreocupación. Una pierna cruzada perezosamente sobre la otra, el cuello de la camisa torcido, revelando un atisbo de marcas de arañazos en el pecho. La imagen reflejaba un desenfreno salvaje.
«¿Qué estás haciendo aquí?» Bruce exigió, hielo cristalizando en su voz.
Nate permaneció imperturbable, con la mirada distante e intocable.
«Sr. Ashton, ¿qué imagina que podrían hacer un hombre y una mujer solos en una habitación?»
Sus palabras destilaban una amenaza deliberada.
Bruce apretó la mandíbula y cerró los puños. Aunque no sentía nada por Corrine, la idea de que Nate la poseyera encendía en él una furia primitiva.
Durante tres años, había mantenido límites respetuosos con Corrine, pero ahora…
Saber que Nate la había reclamado desató una rabia consumidora en su interior.
La expresión de Nate permaneció inescrutable mientras asestaba su golpe final: «Sr. Ashton, parece que no prestó atención a mi advertencia».
Bruce frunció el ceño confuso ante las palabras de Nate.
«¡No provoques a la gente equivocada!» añadió Nate.
La expresión de Bruce cambió, su mandíbula se tensó mientras la confusión parpadeaba en sus ojos. En su mente se desató una tormenta de incertidumbre, cada pensamiento chocaba con el siguiente. La advertencia caló hondo y su pulso se aceleró al aflorar los recuerdos. Ya había intentado indagar en la verdad, tirando de todos los hilos a su alcance, pero lo único que había recibido a cambio era el mismo consejo críptico: «No provoques a la gente equivocada».
Y ahora, oír a Nate repetir esas mismas palabras no hacía más que confirmar sus sospechas. Una fría comprensión se apoderó de él. La implacable persecución de la familia Ashton se remontaba a una sola persona: Corrine.
Su peso cayó sobre él, dejándolo momentáneamente aturdido. Fijó la mirada en Nate, con expresión ilegible, pero sus pensamientos giraban enloquecidos. ¿Quién era exactamente este hombre? ¿Cómo podía ejercer un control tan fácil sobre las familias Ford y Seymour?
La voz de Bruce era baja, cautelosa.
«¿Quién eres realmente?»
Antes de que Nate pudiera responder, una aguda exclamación rompió la tensión.
«Sr… ¿Sr. Hopkins?»
Los ojos de Bruce se desviaron hacia Calan, que permanecía rígido, con el rostro sin color. Calan se adelantó rápidamente y, con actitud deferente, hizo una leve reverencia a Nate.
«Pido disculpas por la interrupción, Sr. Hopkins. Y a la Srta. Holland también».
A Calan no le interesaban los detalles de la presencia de Nate ni lo que había ocurrido entre él y Corrine la noche anterior. Eso era irrelevante. Lo que importaba era que Nate Hopkins había asistido al acto benéfico de su esposa. Eso por sí solo era suficiente para justificar la precaución. Si le molestaban, las consecuencias serían catastróficas.
La mirada de Nate se agudizó.
«Sr. Archer, ¿qué sugiere que hagamos con esta situación?»
Su voz era firme, pero contenía una advertencia tácita que hizo que el aire se sintiera más pesado.
Calan tragó con fuerza, con la garganta seca.
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