El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 452
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Capítulo 452:
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Este cambio se derivaría tanto de la evidente consideración de Nate hacia ella como de la gratitud por su oportuna intervención.
Los labios de Corrine se curvaron hacia arriba mientras sugería: «Podría haber invocado la influencia de la familia Ford».
«Eso sólo generaría resentimiento», replicó Nate en voz baja.
«Incluso la considerable influencia de la familia Ford palidece en comparación con la auténtica voluntad».
El poder puede obligar o atraer, pero nunca puede sustituir a la dedicación y la lealtad auténticas.
Desde el principio, Nate había planeado todos los movimientos posibles, anticipando el mejor curso de acción.
Corrine se acurrucó contra él, su radiante sonrisa lo decía todo en su silencio.
La mano de Nate se posó en su pelo, con tacto suave.
«¿Qué hay detrás de esa mirada contemplativa?»
Un suave suspiro se le escapó mientras le rodeaba la cintura con los brazos, acomodándose a gusto contra su pecho.
«¿Cómo me sonrió el destino tan amablemente, trayéndote a mi vida?»
Su mente se desvió hacia la notoria dificultad de Calan. En sus anteriores intentos de conseguir que invirtiera en el Grupo Ashton, había agotado todas las vías posibles. Más tarde, cuando Meg cayó enferma, a pesar de la respuesta inmediata de Corrine, que la llevó rápidamente a recibir atención médica, fue acusada de manipulación e intriga.
La situación había degenerado en una dura condena y un despido sin contemplaciones. Sólo el eventual despertar de Meg y su testimonio habían limpiado su nombre; ninguna explicación personal habría bastado.
A pesar de todo, Bruce había permanecido notoriamente ausente, sin ofrecer apoyo, comprensión ni orientación.
Nate representaba todo lo que Bruce no era. Afrontaba los retos con calma analítica, le proporcionaba un apoyo inquebrantable y le servía de ancla en tiempos turbulentos. Estos contrastes tan marcados en el comportamiento revelaban la verdadera naturaleza del amor.
«Encontrarte ha sido mi mayor fortuna», susurró Nate, acunando su cabeza mientras se inclinaba para darle un tierno beso en los labios.
Su momento íntimo se vio interrumpido por el estridente timbre de un teléfono. Chelsea, preocupada por la ausencia de Corrine, había empezado a llamar repetidamente.
A su lado, Callie la observaba con irritación apenas disimulada antes de soltar: «Tía Chelsea, Corrine no es una niña. ¿Es realmente necesario este nivel de preocupación?»
«No sabes nada», espetó Chelsea, aunque el alivio la inundó al ver la figura de Corrine en la puerta.
Su consuelo momentáneo se evaporó cuando notó la imponente presencia de Nate cerca de ella.
Cada vez era más urgente mantener una conversación con Corrine sobre este asunto. Chelsea no podía soportar ver a Corrine herida de nuevo.
«Tía Chelsea, ¿conoces a ese hombre?» preguntó Callie, con la voz teñida de fascinación, mientras su mirada se detenía en la imponente presencia de Nate. A pesar de su evidente interés, su orgullo le impidió mostrar el mismo comportamiento descarado que Rita había mostrado antes. Chelsea detectó el peligroso trasfondo de la pregunta de Callie.
Sus ojos, normalmente amables, se endurecieron y miraron a Callie con fijeza penetrante.
«Callie, abandona cualquier plan que estés contemplando. Está fuera de tu alcance jugar con él».
La advertencia era clara: ni siquiera la influencia colectiva de diez familias Hoffman sería una protección suficiente contra la venganza de Nate.
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