El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 413
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Capítulo 413:
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¿Era la familia Ashton completamente delirante?
Tres años de lealtad, ¿y todavía pensaban que era un blanco fácil?
Hacer que Rita se arrodillara y ladrara como un perro era sólo un pequeño castigo. Si seguían presionándola, se darían cuenta de hasta qué punto habían calculado mal.
Nate se acercó a Corrine y rodeó suavemente sus fríos dedos.
«¿Qué ha pasado?»
«Nada». Corrine negó con la cabeza, luego levantó la mirada para encontrarse con la suya.
Apretando los labios, habló en voz baja.
«Era la familia Ashton.»
El ceño de Nate se arrugó ligeramente.
«¿Realmente necesitamos tenerlos cerca?»
Su tono era informal, pero el escalofrío subyacente era inconfundible.
Con su poder e influencia, acabar con la familia Ashton sería fácil.
«Estás sobrecualificado para eso».
«Es un honor estar a su servicio».
Los labios de Corrine se curvaron en una leve sonrisa, su voz transmitía una calidez tranquila.
«Alguien como tú debería estar en la cima, bajo las luces más brillantes. No deberías malgastar tu tiempo ni tu energía en cosas que no lo merecen».
Nate arqueó una ceja y le dio un ligero pellizco en la mejilla.
«Haces que suene noble, pero creo que sólo intentas alejarme».
«Eres mi carta de triunfo. Sólo juego mi mano más fuerte cuando realmente cuenta. ¿Las patatas pequeñas? Puedo manejarlas yo mismo».
Sus palabras, aunque halagadoras, no parecían falsas.
Por un momento, Nate no supo qué responder.
Quizá era el momento de pedirle consejo a Moisés: ¿cómo hacía exactamente un hombre para que una mujer confiara en él?
«¿Por qué no descansas un rato en mi habitación?»
Una simple invitación, pero que alimentó la imaginación de Corrine.
Un suave rubor recorrió sus mejillas.
Se colocó un mechón de pelo suelto detrás de la oreja y se movió ligeramente, tratando de deshacerse de la repentina incomodidad.
Pero antes de que pudiera reaccionar, Nate se agachó de repente y la levantó del suelo.
«¡Nate!» Corrine jadeó, agarrándose instintivamente a su cuello.
Su grito de sorpresa resonó en el tranquilo jardín.
Nerviosa, enterró la cara en el pliegue de su cuello, con los ojos ardiendo de frustración.
«¡Bájame! ¿Y si alguien nos ve?»
«Déjalos». El tono de Nate se mantuvo firme.
«Eres mía. Mi futura esposa. No hay nada que ocultar».
Su voz era tan tranquila como siempre, pero hizo que a Corrine se le acelerara el pulso.
Sin dudarlo, Nate la llevó directamente a su habitación.
Tumbada a su lado en la cama, Corrine se sentía completamente fuera de lugar, con la cara ardiendo hasta las orejas.
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