El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 392
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Capítulo 392:
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Un objeto en particular le llamó la atención: una ballesta tradicional expuesta tras un cristal. Corrine abrió la vitrina, cogió la ballesta y ensambló sin esfuerzo las piezas desmontadas.
Sus movimientos eran suaves y practicados, cada movimiento instintivo, como incrustado en su memoria muscular tras años de repetición.
Los hombres de la sala, aún inmersos en la discusión, vacilan a mitad de frase y su atención se centra en la escena que se desarrolla ante ellos. Sus expresiones cambiaron al asombro. Sin duda, la mujer que Nate había elegido distaba mucho de ser corriente.
Nate la observó, su mirada se volvió más intrigante, una sonrisa tranquila y cómplice curvó sus labios. Corrine estaba llena de sorpresas.
En ese momento, Moses entró en el despacho con una carpeta y se encontró con el cañón de la ballesta en las manos de Corrine.
«¡Mierda!», soltó, llevándose instintivamente la mano a la parte baja de la espalda, sólo para darse cuenta de que estaba desarmado. Sin otra opción, levantó las manos en señal de rendición.
Corrine arqueó una ceja y bajó el arma.
«Culpa mía», dijo con frialdad. Sólo estaba tanteando el terreno, no esperaba que nadie entrara en ese preciso momento.
El grupo de empleados concluyó sus informes con eficacia practicada.
«Sr. Hopkins, nos despediremos si no hay nada más.»
Nate les agradeció con una sutil inclinación de cabeza.
Cuando los empleados se marcharon, sus miradas se detuvieron en Corrine, que estaba sentada examinando la ballesta con notable compostura. Sus delicadas manos recorrieron los contornos del arma con la misma naturalidad que si estuviera manipulando un preciado recuerdo. Sus expresiones de sorpresa delataron sus pensamientos: la mayoría de las mujeres se acobardarían ante semejante artefacto, pero ella parecía completamente fascinada. En efecto, la compañera de un hombre poderoso se mostraba extraordinaria.
«¿Cuál es tu propósito aquí?» Nate dirigió su pregunta a Moses, que se apresuró a recoger la carpeta caída del suelo. Cuando Moses se acercó al escritorio de Nate, le llamó la atención la llamativa presencia de Corrine en el sofá.
Su impoluto traje blanco complementaba su cabello oscuro, elegantemente recogido en un moño retorcido, salvo un mechón rebelde que se curvaba graciosamente sobre su frente. Todos los aspectos de su porte irradiaban refinada sofisticación.
Corrine se movió y cruzó las piernas con fluida gracia, sin dejar de sujetar la ballesta. Moses se sintió hipnotizado por aquella inesperada fusión de elegancia y audacia. Sin embargo, había algo en ella que le evocaba un recuerdo lejano que no acababa de comprender.
«Zack se nos unirá en breve. ¿Quizás podríamos pasar la tarde juntos?» Moses sugirió.
Para su asombro, Nate se volvió hacia Corrine.
«¿Te gustaría unirte a nosotros?»
Corrine levantó la mirada para encontrarse con la de Nate.
«Estaré encantado. Mis vacaciones me dejan tiempo».
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