El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 375
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 375:
🍙🍙🍙🍙🍙
Cogido por sorpresa, el representante de la marca miró a Corrine, desconcertado. Ennis se inclinó hacia él para decirle unas palabras. De repente, el hombre parecía inestable, como si el suelo bajo él se hubiera movido, y su rostro reflejaba una tormenta de emociones. Aquella mujer no era otra que la directora general del Grupo Ford.
«Además, ¿podrías tener ese traje del escaparate empaquetado para mí?». Corrine dio instrucciones, señalando el traje de hombre.
Tras una breve vacilación, el representante esboza una tensa sonrisa.
«Nos gustaría ofrecerle ese traje como un gesto de nuestra disculpa. Se lo enviaremos a su dirección». Parecía aliviado, como si le hubieran concedido una segunda oportunidad.
Con una inclinación de cabeza, Corrine agradeció su gesto.
«Gracias.
Cuando llegaron los guardias de seguridad, empezaron a sacar al personal, asegurándose de que Corrine no sufriera más interrupciones.
Mientras tanto, Rita, congelada en su sitio hasta entonces, empezó a recobrar el equilibrio. Desvió la mirada, con la intención de disolverse entre la multitud sin ser percibida.
«Señorita Ashton», dijo Corrine con frialdad, deteniendo su intento de escapar.
«¿Parece que te has dejado algo?»
Al oír la voz de Corrine, Rita se apresuró a inclinar la cabeza y acelerar el paso. Sin embargo, antes de llegar a la salida, un guardia de seguridad la interceptó, la agarró del brazo y tiró de ella hacia Corrine.
«¡Suéltame!» gritó Rita, desbordando su frustración.
«¡No te atrevas a tocarme!» Rita levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Corrine. El terror se reflejó en su rostro.
«Corrine, ¿qué es lo que quieres de mí?»
«Saldar sus deudas, honrar nuestro acuerdo. ¿No puede aceptar la derrota, Srta. Ashton?» La débil sonrisa de Corrine era fría, como una encantadora pero peligrosa hechicera. La vergüenza tiñó las mejillas de Rita, que se quedó helada, momentáneamente indefensa.
Por el rabillo del ojo, Rita se dio cuenta de que Leah estaba cerca y corrió a su lado, buscando consuelo.
«Leah, ¿cómo manejamos esto?»
Leah, sintiéndose injustamente implicada, estaba tan frustrada que podría haber mordido el acero. ¡Idiota! Rita seguía buscando formas de implicarla aún más.
Leah exhaló lentamente, y su desprecio inicial se suavizó en una suave sonrisa.
«Señorita Holland, usted se queda en Lyhaton, y es probable que nuestros caminos vuelvan a cruzarse. ¿No es mejor aliviar las tensiones?»
«Reconoce tu apuesta y admite la derrota. Arrodíllate si aceptas tu derrota», ordenó Corrine, con voz firme en la silenciosa tienda.
Su gracia natural y su presencia imponente emanaban de ella, creando un aura imponente.
Rita, que siempre había despreciado la dignidad y autoridad sin esfuerzo de Corrine, replicó acaloradamente: «¡Ya está bien de hablar de apuestas! Nos manipulaste desde el principio, guardándote una carta de oro negro hasta el último momento».
«¿Oh?» La ligera sonrisa de Corrine reveló su diversión ante la acusación de Rita.
«¿No fuiste tú quien ignoró el principio de que el primero en llegar es el primero en ser atendido? Has intentado socavarme constantemente, tejiendo tramas para ensuciar mi reputación. Estabas tan seguro de tu apuesta, ¿y ahora quieres negarla? ¿Acaso la reconocida integridad de la familia Ashton no se extiende a honrar sus compromisos? ¿Es esto un reflejo de cómo son criados los Ashton?»
.
.
.