El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 331
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Capítulo 331:
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Karina lo observó, con una perversa sensación de alivio que la invadió y le levantó el ánimo. No pudo evitar sonreír y sacó su teléfono para capturar el lamentable estado de Bruce. Rápidamente envió las fotos a Corrine, junto con un mensaje de voz que decía: «Para que lo sepas, ¡nunca encontrarás un príncipe en un contenedor de basura!».
Últimamente, la familia Ashton se tambaleaba de un desastre tras otro. Corrine les había sacado una gran indemnización, se habían visto obligados a detener su proyecto de hotel termal y, ahora, los miembros de su junta directiva amenazaban con retirar sus inversiones.
Obligado a salvar la reputación de su familia, Bruce se vio obligado a asistir a numerosos actos sociales para enmendar sus errores. Normalmente, Bruce no se habría molestado con estos inversores menores, pero dadas las terribles circunstancias actuales, no podía permitirse ignorar a nadie.
Aquella noche había comido muy poco y su estómago se rebelaba.
«Bruce», llamó Leah, su voz le llegó desde cerca.
Bruce levantó la cabeza y vio que Leah se acercaba rápidamente, con un vestido de seda rosa desnuda.
«¿Qué haces aquí?», preguntó, con expresión tensa, mientras lanzaba una mirada interrogativa a su ayudante.
Sorprendida, la ayudante guardó silencio, pero Leah no tardó en intervenir: «Insistí en venir. La culpa es mía. No contestabas a mis llamadas y estaba tan preocupada que tuve que venir a ver cómo estabas».
Su voz temblaba ligeramente, sus ojos brillaban con la amenaza de las lágrimas, lo que le daba un aire de trágica delicadeza. El tejido ligero de su atuendo, junto con su maquillaje suave y discreto, acentuaban su delicada presencia, despertando un leve sentimiento de simpatía en Bruce.
«Cariño, ¿cómo podría culparte?» murmuró Bruce, acercando a Leah y apartando con ternura las lágrimas de sus mejillas.
«Hemos tenido algunos baches con la empresa. Se habla de retirar inversiones, y estoy trabajando para suavizar las cosas».
Un destello de preocupación cruzó los ojos de Leah.
«¿Está Calan Archer entre ellos?» A diferencia de Corrine, que era asertiva y estaba involucrada en los negocios, Leah había imaginado una vida en el escenario y se mantenía alejada de los asuntos corporativos.
Bruce se alegró de responder a su curiosidad.
«Él y algunos otros. Planeo tenerlos de vuelta a bordo en breve».
Ese día, Calan se había enfrentado a Bruce en una cargada reunión del consejo de administración, un recordatorio de que Bruce tenía que ser más proactivo en cuanto a la estabilidad de la empresa. Las inversiones actuales se habían conseguido gracias a los esfuerzos de Corrine. Estos inversores confiaban plenamente en ella, y siempre existía el riesgo de que siguieran su sugerencia si les convencía para retirarse, pillándole desprevenido.
La culpa ensombreció los rasgos de Leah.
«Lo siento. Esta confusión… es todo por mi culpa. Sin mí, no habría malentendidos ni problemas con la junta…»
«No es culpa tuya», la tranquilizó Bruce con una sonrisa suave y comprensiva.
«Aún no estamos listos para hacer público nuestro compromiso, lo que significa cierta incomodidad para ti por ahora».
Leah se acomodó en su abrazo.
«Mientras tu amor sea verdadero, puedo afrontar cualquier reto».
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