El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 329
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 329:
🍙🍙🍙🍙🍙
«Sí, lo eres», respondió ella.
«¿Eso es todo lo que tienes que decir?» se burló Nate, mordisqueándole suavemente el lóbulo de la oreja, provocando oleadas de sensaciones que hicieron temblar a Corrine y acelerar los latidos de su corazón.
Corrine notó al instante un cambio en el comportamiento de Nate esta noche. Su instinto la alertó de que estaba cerca del límite, lo que le indicaba que sería más seguro andarse con pies de plomo con él. Parecía un resorte tensado, y ella optó por alinearse con su estado de ánimo en lugar de desafiarlo.
Mientras Nate abrazaba a Corrine en silencio, entrecerró los ojos y dejó escapar una risita suave e indiferente.
«¿Estás descontento conmigo?»
Frustrada por el continuo sondeo de Nate, Corrine replicó: «Nate, ¿qué te preocupa esta noche?».
«¿Por qué lo preguntas?» respondió Nate, con una sonrisa escalofriante que no ocultaba la escarcha de su mirada.
«¿Y si los papeles estuvieran invertidos? Si hubiera sido yo el que desapareciera en los bares para codearse con otras mujeres, ¿lo pasarías por alto? ¿Permanecerías imperturbable?»
Corrine permaneció en silencio. Al cabo de un momento, reconoció que sus acciones podían tener algún mérito.
Al acercarse, los ojos de Nate se oscurecieron con una mezcla de deseo y escrutinio mientras se centraba en sus labios.
«Dime, ¿qué es lo que más admiras de mí?»
Corrine se sobresaltó con la pregunta. Era una discusión que no podía eludir.
«¿Aquí?» susurró Nate, bajando su mano desde el pecho hasta los abdominales.
El pulso de Corrine se aceleró y su cuerpo se puso rígido como si hubiera tocado una superficie caliente. Instintivamente quiso retirar la mano, pero el firme agarre de Nate se lo impidió.
Al ver su expresión de turbación, Nate soltó una risita.
«No puedes agitar mis emociones y no verlas. Eres responsable de ellas».
Corrine se quedó muda una vez más.
Nate levantó suavemente la cara de ella hacia la suya y le plantó otro beso en los labios. A medida que el tiempo se fundía a su alrededor, la cargada atmósfera terminó por disiparse, dejando una profunda quietud.
«Recuerda, tienes lo mejor delante de ti», murmuró Nate burlonamente en su oído.
Corrine se le quedó mirando, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Era difícil creer que alguien que parecía tan reservado y distante pudiera decir tales cosas. Nate limpió cuidadosamente las manos de Corrine con una servilleta, atendiendo meticulosamente a cada espacio entre los dedos.
Le dolían las muñecas, así que le permitió proceder a su antojo.
«La próxima vez, no seré tan indulgente».
«Vaya». La risa de Corrine era hueca, su sonrisa carente de calidez. Se preguntó por qué no había mostrado tanta indulgencia cuando antes la había obligado a ayudarle.
Nate captó su mirada interrogante. Con una sonrisa cómplice, sugirió: «¿Qué tal si almorzamos mañana?».
Corrine permaneció en silencio, su falta de respuesta lo decía todo.
«Siéntete libre de traer a tu amigo», continuó Nate.
Corrine arqueó una ceja, con una chispa de diversión en la mirada.
.
.
.